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lunes, abril 29, 2024

Una nueva generación de PYMES

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Innovación & Empresa

El crecimiento de las pymes es imperativo, vital, de ahí depende su supervivencia.

La mayoría de las pequeñas empresas no logran alcanzar la eficiencia de sus ingresos como para obtener el mínimo respaldo financiero que les garantice la supervivencia.

Mientras se consume el capital inicial, un 80% desaparece en su primer año de vida, las que logran superar este tiempo, antes de los 3 años habrán dejado de existir, el resto que sobrevive continuará en peligro inminente de extinguirse hasta pasado los cinco años.

Según el profesor Michael Gerber, el origen del problema de las pymes es que no son creadas, ni están dirigidas por verdaderos empresarios, sino por técnicos que intentan hacer negocios.

El dueño de una pyme rara vez conoce la diferencia entre la empresa y el negocio, más bien piensa que es lo mismo, pero son cosas diferentes y requieren enfoques distintos.

El negocio está fuera de su empresa, está en las necesidades, gustos y preferencias del mercado, más bien de uno en particular, su nicho. Él no reconoce que este último pasa por un importante proceso mental emocional que lo lleva a preferir y adquirir sus productos o servicios.

Pero él está convencido de que su éxito depende de su quehacer técnico, de lo que sea que él produce, por eso dedica todo su tiempo a la empresa porque piensa que asegurar los pasos en la producción será suficiente para tener un gran negocio, pero esto no es cierto.

La mayoría los procesos que este controla son cíclicos, muchas veces clericales, que pueden ser delegados sin problemas, con un mínimo de entrenamiento.

La realidad es que el tiempo que pasa el propietario en la empresa obra en contra de su propio crecimiento. Su enfoque jamás debe ser la empresa, si no, su negocio.

La carga de trabajo aumenta y cada vez es más difícil ver asomarse los resultados. La operación empieza a ser «lo suficientemente mala para querer cerrar y lo suficientemente buena para querer quedarse».

Ahí surge la gran pregunta, ¿si lo hemos hecho como se suponía que se debía de hacer, trabajando sin descanso, -la prueba está que tenemos clientes-, entonces, por qué no crecemos?

La respuesta es demoledora, es que aún no tienes una empresa, sino un magnífico auto empleo.

Es aquí donde aquel sueño de ser propietario, aquellas expectativas de la nueva vida que la empresa sería capaz de dispensarle, se va desvaneciendo.

No solo no encuentra la forma de llevar su empresa al próximo nivel, sino que, además, el exiguo «crecimiento orgánico” en las ventas, lo hace más esclavo de su trabajo y menos dueño de sí mismo, todo para seguir confrontando la poca calidad de vida de una persona cuyo tiempo no le pertenece.

El problema es que la visión está errada, el propietario no es un gerente  y menos a tiempo completo.

Él es el centro de decisión y su mejor enfoque es alinearse con el proceso de crecimiento. Ofrecer  nuevos productos, desarrollar nuevos servicios, penetrar a mercados cada vez más rentables con alianzas estratégicas capaces de proveerle verdaderas ventajas competitivas.

Amén de realizar los cambios imprescindibles para crecer. No pensará que puede multiplicar sus ingresos con la misma estructura, no? En fin, su objetivo es producir dinero y hacer crecer su empresa.

Pero no podrá hacerlo si no logra liberarse del día a día en la empresa y esto solo es posible si todo está planificado y predecible, dando siempre el mismo resultado a sus clientes, sin importar quien lo realice, aun en su ausencia.

Esto es lo que caracterizara las nuevas empresas, la gestión mediante un sistema que controla la empresa al tiempo que las personas controlan el sistema.

Este es el modelo de negocios que usan McDonald’s y Starbucks para acaparar el mercado de café y el público amante de las hamburguesas. Es el sistema que emplea Amazon para dominar el mercado de las tiendas online, un paradigma operacional que funciona para todo tipo de empresas.

Así, cuando el dueño se ausenta para hacer más y mejores negocios o a disfrutar un tiempo de calidad con su familia, lo único que ocurre al volver es que su cuenta bancaria ha crecido.

Este modelo de negocio exhibe un promedio de éxitos de un 90%, en contraste con el modelo tradicional que arroja un 80% de fracasos.

La nueva generación surgirá seguro porque hoy, ese modelo de altísima productividad es accesible a cualquier empresa.

Con este sistema se podrá producir los mismos beneficios que las grandes franquicias, pero no tiene que ser una, basta con trabajar como si fuera una de ellas, con todas sus características y prestaciones y sin haber pagado nada por ello.
La República Dominicana empezará a ver grandes cambios con este nuevo paradigma funcional que evitará el fracaso de miles de empresas.

Se crearan mejores y más eficientes PYMES que serán grandes generadoras de empleos, habrá más riqueza y mejor calidad de vida para los dueños, accionistas, proveedores y empleados.

El autor es asesor en desarrollo de empresas.

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