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jueves, mayo 16, 2024

En Haití, pandillas y manifestaciones callejeras medidas con la misma vara

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“¿Municiones contra el pueblo o las pandillas?”, se preguntaba la periodista Isabel Mariposa, en el periódico independiente Haití Libre.

El cuestionamiento se lo hace esta autora para llamar la atención en relación con la solicitud que ha hecho el gobierno de facto del primer ministro haitiano Ariel Henry para que una fuerza militar ocupe su país, aceptado por Estados Unidos y Canadá, pero imposible de consenso para una decisión por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), entidad atrapada por las circunstancias en una indecisión inaudita.

El fotoperiodista haitiano Johnson Sabin, quien trabaja para la agencia española de noticias EFE, acaba de publicar un libro sobre lo que ocurre en Haití, con fotos. Y concluye en que lo de hoy no tiene nada nuevo entre los haitianos y su forma de gritar su miseria: “Es un movimiento de protesta contra Ariel Henry, igual que lo fue entre el 2018 y 2019, cuando la protesta contra el presidente Juvenal Moïse derivó en huelgas, manifestaciones y una paralización total de actividades”. Lo recoge así Radio France. “Es la misma determinación de la gente. Una determinación proporcional al sentimiento de injusticia”, explica Johnson Sabin.

Sin embargo, las armas mortales empezaron a llegar a Puerto Príncipe de manos de la burocracia y la gendarmería del Departamento de Estado norteamericano y del gobierno de Canadá. Ya fue depositado en tierra haitiana equipo de seguridad que incluye vehículos tácticos y blindados, y armas para la Policía Nacional de Haití (PNH).

Hay que hacer notar que, en Haití, no de ahora, sino durante años, se ha generado una violencia sistemática: violencia callejera organizada por grupos políticos y otros sectores; y violencia promovida por grupos delincuenciales armados que se lucran de distintas formas del producto de sus acciones, y logran confundir sus desafueros con las protestas de la población, sacando sus propios espurios beneficios.

Esas armas mortales puestas en manos de la ya conocida policía haitiana, conocida por sus desafueros y corrupción de todo tipo, ¿cómo?, ¿cuándo? ¿en cuales circunstancias serán usadas? ¿Para enfrentar a los reclamantes de mejores condiciones de vida, para masacrarlos y evitar las manifestaciones? ¿O se dedicará esa misma policía a cazar a los dirigentes de las gavillas que secuestran, masacran, roban, intimidan y prácticamente gobiernan en Haití, con las que han actuado en conjunto, durante largo período? ¿Quién tendrá control de eso? ¿Quiénes venden esas armas al gobierno haitiano, y dicho sea de paso que, no son regaladas sino acreditadas como ayuda que deberá pagar ese mismo pueblo?

La pretendida respuesta de las fuerzas intervencionistas en Haití, ha sido que “estos equipos ayudarán a la PNH en su lucha contra los actores criminales que fomentan la violencia e interrumpen el flujo de la ayuda humanitaria que tanto se necesita, obstaculizando los esfuerzos para detener la propagación del cólera”.

Cuando el gobernante Ariel pidió la intervención armada, metió a todo el mundo en el mismo saco. Calificó de “pandillas” a todo quien lo ha estado repudiando en las calles su entelequia de gobierno narigoneado desde el exterior. El repudio ha sido general contra Ariel Henry.

¿Por qué la élite haitiana, bien resguardada en sus mansiones, no han hecho notar, el bloqueo a Martissant, que desde hace un año y cuatro meses corta la capital en 4 departamentos?

¿Tampoco se hizo sentir la queja por el mismo bloqueo en Croix-des-Bouquets, y Hasco, que contaba con más de 30.000 trabajadores de Ciment d’Haiti y Flour Milling?

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