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domingo, abril 28, 2024

Experiencias vividas XI

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El 14 de enero de 1886 la compañía Domingo Electric Company el señor Preston Nason, llegó a un acuerdo con el gobierno de Ulises Heureaux (Lilís) para establecer líneas telefónicas en Santo Domingo, Santiago, Puerto Plata. El 1 de abril de ese año los primeros 63 suscriptores de la capital, por 5 pesos dominicanos, obtenían el aparato y por 3 pesos mensuales el servicio telefónico. Mi primera esposa fue bisnieta de José Ricardo Roques uno de esos 63.
¿Nos pueden extrañar esas cifras irrisorias, pero es que nos olvidamos que el valor del dinero depende del trabajo socialmente necesario para un producto cualquiera, y cuánto costaría un obrero agrícola, en aquellos tiempos?, si en 1950 era 30 centavos.   Los 63 primeros suscriptores de la capital, indican que el negocio prosperaba para el señor Preston, considerando que, en 1920, o sea 34 años después, el país entero, solo tenía 894,665 habitantes. La ciudad capital 146,652, lo cual sugiere que para 1886 quizás rondaba los 100 000 habitantes.

Nos perturban los números, porque hoy, en 2022 hay 9,735 893 celulares en el país y la capital tiene más de 3 millones de habitantes.

Entonces, espero que me entiendan, porque cuando en 1955 mi padre me entrega 15 centavos y me dice que llamara a Ramón Taveras y le dijera qué había sucedido con la palma que le había prometido.

Mi padre seguro que no había hablado por teléfono nunca y la mía sería la primera vez.

Llegué a la terminal telefónica del pueblo con más nervios que si hoy me entregaran a pilotar un avión 737, porque al piloto le dio un infarto. Le dije al operador el nombre del destino de la llamada en La Vega. Empezó a enchufar cables, y a hablar en la cabina central, que a mí me parecía como si se tratara de una conexión ultraterrestre. De repente me dice: agarre ese teléfono que estaba en una cabina pequeña frente a él.

Al timbrado aparece mi prima Ana Sofía y dice aló. Lo lógico sería que respondiera hola Ana Sofia es Gerardo ta ta ta ta ta ta… pero eso no fue así, yo no salude, ni explique la razón de la llamada, simplemente dije que si van a conseguir la palma o no. y de inmediato colgué.?Uds. con razón pensaran, pero Gerardo tú eres un tarado mental o qué?

Han de imaginarse lo que Ana Sofia le diría a su padre de la insultante llamada. En vez de saludarla amablemente y explicarle lo que su papá le había prometido conseguir una palma para crianza de cerdos, que se había escaseado y que Don Ramón le había prometido conseguir un suplidor en La Vega, para mi padre.

El fin de semana siguiente Ramón Taveras se apareció en mi casa en Estancia Nueva, Moca, no para jugar dominó como ocurría con muchísima frecuencia, sino para que yo explicara el boche con que insulté a Ana Sofía y de paso a su padre por irresponsable. Fui sometido a un interrogatorio y yo no paraba de gaguear una respuesta satisfactoria. Con toda paciencia las cosas cayeron en el lugar correspondiente, porque mi padre tampoco comprendía, por qué su hijo apreciado por ser, muy despierto, había hecho    tamaño disparate. Quizás en sus adentros él no hubiera tenido más habilidad que yo para desenvolverse ante una llamada de larga distancia en aquellos tiempos.

 

 

 

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