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lunes, abril 29, 2024

Una fuerza muy poderosa y extraña que establece el perfil de la crisis de la nación haitiana

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A través de la prensa dominicana se nos han presentado algunas aristas noticiosas, a través de las cuales, se puede llegar a ciertas conclusiones para definir con mayor precisión el verdadero perfil de la crisis de la nación haitiana, en la presente coyuntura.

Declaraciones de la señora Martine Moïse, viuda del asesinado presidente haitiano Jovenel Moïse, en las que afirma sin recato alguno que, “la oligarquía de su país es la responsable por la violencia en que vive persistentemente Puerto Príncipe y todo el territorio haitiano”.

La violencia a la que se refiere la viuda Martine, no deja de ser un criterio interesado, y con conocimiento de causa, ya que ella ejerció el Poder en Haití. Pero además, es una dirigente política con aspiraciones confesadas.

La violencia que se reitera en las calles haitianas es protagonizada por una gran masa de pueblo airada y reclamando mejorías para la agonía de hambre y miseria en que vive sin solución a la vista.

Pero esa violencia que no es nueva, es atribuida a un liderazgo de grupos satanizados con el apelativo de pandillas, bandas de criminales, todo envuelto en una masiva propaganda que no deja ver bien las cosas.

Martine alude a una oligarquía responsable de la violencia. Lo que deja dicho que ella está revelando cierta ligazón comprometedora entre la oligarquía y las bandas.

La prensa dominicana ha hecho una revelación importante, cuando identifica con nombres y apellidos, a los miembros de la oligarquía haitiana que mantienen relaciones societarias con grupos económicos de la República Dominicana.

Martine Moïse,
Martine Moïse,

Y los señala con precisión: Gilbert Bigio y su nieto Ignacio; además, otros 12 hombres, los más influyentes en Haití: Charles Baker, Reginaldo Boulos, Sherif Abdallah, Gregory Mevs, Reynold Deeb, Gregory Brandt, Andy Apaid, Carl Braun, Marc-Antoine, Richard Coles y Franck Helmcke.

Todos son nombres y apellidos identificados como descendientes de inmigrantes sirios, palestinos, libaneses, radicados y con poderes inmensos, en Haití.

Como lo son los Baboun, Saliba, Kawly, Acra, Jaar, Assali, Attié, y Handal.

Son bien reconocidos por sus antecedentes y nexos con el poder de todos los turnos, tras beneficiarse de las dictaduras de los Duvalier, y cuestionados en Haití. Gilbert Bigio y su nieto Ignacio, los más resaltantes, controlan una especie de imperio financiero en ese país.

Destaca que estos datos los ofreciera en el Listín Diario, el principal periódico dominicano, Luis Vargas, a través de la Unidad de Estudios de Haití, del renombrado Centro de Estudios Padre José Luis Alemán, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), uno de los máximos representantes de los centros de pensamientos dominicanos.

Hemos recibido otras informaciones conexas a estas que señalamos, como son las que se refieren al negocio que se ha forzado y logrado, para que República Dominicana venda derivados de combustibles que necesita el Parque Caracol, después que la suplidora de energía de Estados Unidos, suspendiera el servicio a ese parque industrial, ubicado en la zona fronteriza con Haití.

Valga señalar el detalle de que simultáneamente con el manejo de esta información, se conoce de los incidentes ocurridos en la zona franca propiedad de empresarios dominicanos, CODEVI, ubicada también en territorio haitiano, cuando una “inesperada incursión de vándalos haitianos destruyó partes de sus depósitos de alimentos”.

Si atendemos a la naturaleza y orígenes de estos dos parques industriales, dadas las circunstancias actuales a que se enfrentan los empresarios domínico-haitianos, estén asociados o no, extraeríamos más de una conclusión.

Un rastreo en los archivos de la prensa haitiana nos enseña que numerosos oligarcas haitianos entre los señalados, han estado asociados con las bandas de secuestradores, como forma de engrosar sus fortunas, compartiendo los emolumentos provenientes del cobro por esos secuestros. Algunos de esos apellidos han llegado al extremo de secuestrar literalmente hasta a su madre, para que las bandas cobren y compartan recompensas.

Barbacoa, Barbecué, Jimmy Cherezier, esa especie de satanás haitiano, ha insistido en que el agrupamiento de pandillas armadas G-9, que él dirige desde junio del 2020, nació en su barrio natal Delmas 6, siendo él un miembro de la Policía Haitiana, “para defender su barrio y enfrentar a los secuestradores, y que sus armas pertenecen al pueblo con fines reivindicativos para hacer la “revolución armada” contra el “sistema apestoso, podrido y corrupto” de Haití, al servicio de la burguesía. Cherizier era un policía entusiasta, miembro de la Unidad Departamental para el Mantenimiento del Orden (UDMO), que lucha para erradicar a las pandillas, desmantelar las barricadas en las carreteras y enfrentar los disturbios populares.

Esa es historia que nadie conoce, envuelta en la satanización de su figura proveniente de la inteligencia de la embajada de Estados Unidos y el cúmulo de propaganda, buscando señalar que todas las pandillas son iguales.

Este es buen tema de discusión. Es la misma inteligencia que ha vendido la idea negada por Barbecue, de que su grupo,  fue una creación del asesinado presidente Juvenel Moïse.

Barbecue resalta que su grupo se inició en la lucha callejera contra el golpe del presidente Jean Bertrand Aristide. Se recuerda que Aristide fue secuestrado en su casa y expulsado del Poder y de su país, por fuerzas de la Embajada de Estados Unidos, en Puerto Príncipe.

Cherizier fue uno de los aproximadamente 200 policías haitianos que, bajo la supervisión de la fuerza policial de la Misión de las Naciones Unidas para el Apoyo a la Justicia en Haití (MINUJUSTH), allanaron el vecindario de Grand Ravine en la madrugada del 13 de noviembre de 2017 para erradicar actividades de pandillas, incluidos los secuestros.

Barbecué insistió recientemente en que “el G-9 no funciona para el régimen, y el G-9 no fue creado y no funciona para la oposición. Se creó para que nunca más haya robos, violaciones y secuestros en nuestros barrios,  pero también para que los guetos reciban lo que les corresponde: escuelas, clínicas, hospitales, servicios, agua corriente, infraestructuras y “toda la seguridad que tienen los barrios ricos. No hay banda más grande que esta burguesía mafiosa sirio-libanesa que ha tomado como rehén a la nación”. Este ha sido y reiterado el fundamento de las acciones del temible Barbecue. Una especie de líder guerrillero urbano de nuevo cuño, ubicado en uno de los países integrantes de lo que Juan Bosch llamó “la frontera imperial del caribe”.

La inteligencia del Departamento de Estado norteamericano retiene en sus cárceles en Estados Unidos, a más de 40 sospechosos, algunos confesos, del asesinato de presidente Juvenel Moïse, sin que la justicia haitiana pueda intervenir en el asunto, tras largos meses de cometido el hecho.

Casi todos los sospechosos tienen fichas como servidores de la DEA, del FBI y de otros órganos estadounidenses. Hay quienes concluyen en Haití, que el crimen fue ordenado por sectores estadounidenses, contrariados por el acercamiento de Moïse con la Unión Soviética. Dejó, en sus finales, instalado en Puerto Príncipe, al  embajador ruso Sergey-Melik-Bagdasar.

Todo esto lo decimos para que cada quien se haga una idea más precisa sobre  una fuerza muy poderosa y extraña que establece el perfil de la crisis insoluble que padece la nación haitiana.

 

 

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