El flamante candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana, Abel Martínez, encara una serie de retos que debe sortear para ponerse en condición de conquistar el solio presidencial en el 2024.
El alcalde de Santiago se impuso en la consulta del peledeísmo con más del 60 % de los votos, y hay que decirlo la concurrencia a las urnas fue exigua si se compara con otras anteriores.
Sin embargo, ello no resta brillantez al evento, que se desarrolló en calma y los perdedores aceptaron su derrota.
En lo inmediato el primer reto que debe vencer el hoy candidato presidencial del partido morado, pendiente de una ratificación de una asamblea de delgados, es quitarse el sambenito de que es un epígono de Leonel Fernández.
Anoche mismo en ciertos niveles del peledeismo alagunos especulaban que el líder de la Fuerza del Pueblo habría ordenado a sus seguidores votar para inclinar la balanza a favor de Abel.
Es decir, Abel Martínez tiene que romper con esa idea muy acentuada en amplio núcleo de la población de que es una especie de cabeza de playa de Fernández para seguir drenando al peledeismo y que podría ser su candidato vicepresidencial.
Otro reto a vencer es trascender más allá de Santiago, es decir proyectar un liderazgo nacional, en pocas palabras, darse a conocer hasta en el ultimo campo del territorio nacional, en eso sus contendores Luis Abinader y el propio Fernández lo aventajan.
Concomitante a ello tiene que prepararse como candidato presidencial, entender que el escenario interno del PLD no es el mismo que el nacional, donde tendrá que enfrentarse a otros candidatos.
En ese sentido, debe prepararse y conocer a fondos los problemas nacionales y elaborar propuestas bien definidas para superarlos.
Es decir, el discurso con el que se ha distinguido es de nacionalismo, antihaitianismo o como quiera que se le quiera llamar y entender que los problemas nacionales van más allá de montarse en la ola del «nacionalismo» que enarbolan diversos grupos hoy.
Abel Martínez tiene que proyectarse como un líder para el peledeismo, ya que en él podría darse la renovación del liderazgo dentro de la organización.
Para ello debe saber manejarse con los grupos internos que operan dentro de la organización, sobre todo con la vieja burocracia partidaria.
En pocas palabras tiene la oportunidad de convertirse en la figura que unifique al peledeismo que luce disperso y sin iniciativa política.
