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lunes, abril 29, 2024

Haití está en Caricom, pero Haití no es Caricom, y ese es el problema

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Las bandas, los delincuentes, las pandillas, como se les llame, en Haití, ¿tienen una expresión política? ¿De dónde vienen? ¿Qué quieren? Existen y persisten, advirtiendo que tienen objetivos políticos. Su arma es la violencia, la misma violencia que originó al pueblo haitiano. Pero pretenden ignorarlas.

Muchas de esas preguntas tienen respuestas conocidas. La dictadura de Jean Claude Duvalier, un engendro de los Estados Unidos dejó un rastro perverso y dañino para los haitianos, del 1957 a 1986, construyó una gran pandilla: su mismo ejército y la derivación en los temibles tonton macoutes, su herencia maldita, que el dictador llamaba Voluntarios para la Seguridad Nacional. Los ricos haitianos siempre se han apoyado en estos grupos de las tinieblas para proteger sus intereses, fábricas y las plantaciones. Estos grupos interesados son los que trafican las armas que utilizan las bandas.   Armas que se fabrican en Estados Unidos, pero Washington siempre está mirando hacia otro lado.

Hay grupos armados que pelean entre ellos. Pero otros existen para protegerse a sí mismos. Por encima de todos ellos, ha surgido un jefe conocido como Jimmy Cherizier, Barbecue, una especie de “señor de la guerra”. Éste pandillero ya es un político autoproclamado y acaba de dirigir las fuerzas que obligaron a Henry a saltar para arriba y desaparecer del gobierno impuesto por Estados Unidos, Francia y Canada.

Claro, tienen una expresión política. La misma expresión que originó la revolución de los negros africanos importados como artículos perecederos, por los colonos blancos de distintos orígenes.

Aquellos negros esclavos cuando se sublevaban eran bandidos, delincuentes, pandillas. Generaron un desorden tan grande hasta que se hicieron fuertes. Más fuertes que los colonos blancos. Entonces hubo que dejarlos libres. Y se organizaron por su cuenta. Solos.

Mientras los haitianos como nación dependan de lo que otros, ligados a intereses históricos contrarios a sus raíces, estarán fracasados. Y dependan de las apetencias de esos intereses superiores, de sus asesorías, de sus limosnas y de sus planes y soluciones estúpidas, los haitianos no tendrán estabilidad, desarrollo y paz. Su propia paz.

Esa es la enseñanza de la historia en su totalidad, referida a la problemática de ese país.

Acaba de montarse el último espectáculo que está en proceso.  Repetidamente ridiculizado por no tener idea de cómo ayudar a su estado miembro más pobre y poblado, Caricom, un conjunto de gobiernos, en un rincón que les reserva la comunidad internacional.

Durante tres días, como si se dijera durante un fin de semana, se juntan para conversar y dicen, para buscar soluciones a la secular crisis en esa media isla, Haití, la última nación en unirse a Caricom, ese bloque de quince, originado en el 2002.

Caricom, una organización creada para hacer negocios en la región debiera de sentir vergüenza, y declararse incompetente para servir a los haitianos. Y decir que no cuenta con recursos materiales para ayudar a los más de once millones de haitianos y llevarlos a la normalidad.

Haití, asolado por una última crisis de seguridad que no es más que la misma crisis que ha padecido desde antes del 1800. ¿Quién osa recordar que el gobierno de Estados Unidos ni siquiera reconoció a Haití hasta 1861? Le tenían miedo. El mismo temor a la rebelión de esclavos coloniales franceses. ?

Y recalada en el asesinato de su último gobernante, el presidente Jovenel Moïse, en julio de 2021. Allí no hay un parlamento que funcione, ni un presidente, pero se le impuso un incapaz primer ministro nombrado sin la aprobación de ninguna asamblea. Sin autoridad ni valor para nada, logrando sólo pulular en un infierno acorralado por los gobiernos de Estados Unidos, Canadá, y Francia. Delegados de esas fuerzas también estaban en la reunión de la Caricom de Jamaica. También la burocracia, no menos inútil, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entidad que tiene oficina permanente repleta de burócratas en Puerto Príncipe, de amplia experiencia y fracaso junto a los haitianos.

En esta última e inútil reunión estuvo Antony Blinken, en Kingston, Jamaica. Y el subsecretario estadounidense para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols. El portavoz del gobierno norteamericano Matthew Miller dio por un hecho, la creación del consejo de transición con un ministro interino de inmediato.

Dicen que buscan acelerar una transición política que, con el inútil Ariel Henry, y el apoyo de esas tres naciones, dispusieron de tiempo suficiente para no lograr nada.

Ahora, dicen que tienen atados los cabos para acelerar una transición política en Haití, mediante la creación de un colegio presidencial independiente y ampliado.

La autoridad de transición estará compuesta por siete miembros con derecho a voto, explicó Irfaan Ali, el presidente de Guyana y líder temporal del Caricom, tras una reunión internacional urgente sobre la crisis en Haití.

Sus integrantes del grupo de los siete, representarán al colectivo del 21 de diciembre, del primer ministro saliente; la coalición EDE/RED, cercana al presidente asesinado Jovenel Moïse; el centroizquierdista Fanmi Lavalas, del exmandatario Jean-Bertrand Aristide; el Acuerdo Montana, un grupo que propuso un gobierno interino tras el magnicidio de Moïse, y el izquierdista Pitit Desalin.

Pero, oh fatalidad, necesitarían desplegar una misión multinacional de apoyo a la seguridad para abordar la actual crisis de seguridad, aplazada desde Kenia, por “cambio en las circunstancias», según el secretario principal de Relaciones Exteriores de aquel país, Korir Sing’oei.

Estados Unidos continúa ejerciendo presión a Nairobi, para que los guardias de Kenia, lleguen a Haití, lo más pronto posible y no ve causas para el aplazamiento de esa decisión. Estados Unidos, insistiendo, anunció que agrega 100 millones de dólares efectivos más otros 33 millones en ayuda humanitaria. Limosnas.

Las pandillas, los bandidos, los delincuentes haitianos que rechazaron a Henry, hasta desalojarlo, advierten que la presencia de tal fuerza en territorio haitiano, servirá justo para desatar un genocidio.

Pero, nadie les cree a los delincuentes, bandidos y pandilleros, quienes se empeñan en llamarse a sí mismos, los nuevos revolucionarios haitianos que desean un Haití soberano, libre y tranquilo.

Sintiéndose todavía el eco de los tenues resultados abortados en la reunión de Caricom, en Jamaica, revivieron las manifestaciones en las calles de Puerto Príncipe, específicamente en los frentes de la embajada de Canadá, con cientos de haitianos con pancartas e incendiando neumáticos, en condena del engendro de un Consejo Presidencial de nueve miembros que sustituiría a Ariel Henry, tras su anunciada renuncia dicha fuera del país, en medio de la desconfianza y penumbra de los políticos haitianos.

Guy Philippe, un delincuente ex jefe policial y senador haitiano, hoy en Puerto Príncipe, se dice aspirante a formar gobierno en su país, y rechaza el Consejo Presidencial de 7 miembros apoyado por Caricom y otros actores internacionales. Phillipe pide a la población que haga oír su voz, ya que cree que son los haitianos quienes deben la elección de los dirigentes del país y no la comunidad internacional.

Lo que queda del Gobierno haitiano prorrogó un toque de queda y la prohibición de manifestaciones en la vía pública, siguiendo la pauta de un decreto del pasado 6 de marzo, con el que se estableció el Estado de Emergencia en todo el Departamento del Oeste, donde está Puerto Príncipe, por un período de un mes, hasta el 7 de abril.

Haití ha estado plagado de desgracias naturales e intervenciones extranjeras maliciosas durante décadas.

Entre los salvadores de ocasión sólo se habla de limosnas para Haití. No se refieren a la necesaria resurrección de la industria minera del país. Ni del descubrimiento de depósitos minerales por un valor estimado de 20.000 millones de dólares a precios actuales, para animar a los haitianos.

Caricom y Estados Unidos se muestran optimistas con el progreso hecho en la reunión sobre Haití. Es una pose hipócrita permanente. Vendrán nuevas reuniones. De eso no cabe dudas. Y a los haitianos no se les dejará hablar. El secreto de tal situación lo tienen los gobiernos de Francia y Canadá. Y, sobre todo, de Estados Unidos.

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