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lunes, abril 29, 2024

Como un contrafuerte de Ariel Henry está Luis Abinader

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El punto de partida para entender el vacío de poder existente en Puerto Príncipe, Haití, hay que buscarlo en el asesinato de Juvenal Moïse, el último presidente que tuvo esa nación. Tal afirmación llevará a las causas de que en la actualidad en Haití haya un primer ministro, un gobernante inútil que no gobierna.

Esta situación conduce a que mucha gente se apoye en la afirmación incierta de que en Haití no hay con quién hablar para que tome decisiones importantes. Sí que hay con quien hablar y quien tome decisiones.

¿Por qué, entonces, siendo Ariel Henry reconocido como gobernante haitiano, en su condición de primer ministro de facto, llevado a hablar en nombre de Haití a la tribuna de las Naciones Unidas, y a todos los foros que reconocen la autoridad y la existencia de ese país, éste luce tan inútil?

La historia puede resultar larga de decir. Pero puede contarse. La inutilidad de Henry como gobernante es inmensamente dependiente de otros poderes que lo tienen ahí. Para los fines de la nación haitiana, un personaje inútil, aunque para otros fines no resulte tan inútil.

La clave de la aparente inutilidad de Ariel Henry la encuentran todos los que no son suyos en Haití, en el hecho de que por iniciativa de Ottawa, Canadá, desde 2003 se creó el grupo CORE formado por Francia, Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, Alemania, Brasil y la Organización de Estados Americanos (OEA). Y ese grupo es quien gobierna Haití, desde 2004, especialmente después del terremoto del 2010.

Todas las intervenciones extranjeras en Haití, las siguen exigiendo el Core Group y Estados Unidos, incluidas la triste y trágicamente célebre  MINUSTAH, hasta la actual demanda de soldados kenianos, autorizada ya por la ONU. La jugada de las tropas de los kenianos en Haití es el resultado de un acuerdo firmado con los estadounidenses.

Es decir que Washington siempre ha sido, al menos en los últimos años, un poco el poder tutelar en Haití a través del Core Group, y el grupo de embajadores de Alemania, Brasil, Canadá, España, Estados Unidos, Francia, Unión Europea, la Organización de los Estados Americanos y el representante especial del Secretario General de las Naciones Unidas.

Esos son los jefes de Ariel Henry, quien saltó al cargo en un confuso escenario tras el magnicidio de Juvenal Moïse.

Mirlande Manigat
Mirlande Manigat

Ahora, bien. A este “primer ministro” que en los hechos se comprueba que no administra nada, sino que él mismo termina siendo administrado, hay que buscarle la raíz de su inutilidad.

Y para su mala suerte, en República Dominicana ha aparecido un contrafuerte que lo ha puesto en evidencia. Luis Abinader, el presidente de la República Dominicana se ha parado en todas las tribunas para exponer por qué Ariel Henry es incapaz de recibir la ayuda que el país “vecino” le ofrece, aun siendo un sujeto inútil que no sirve para resolver el mínimo problema que le ponen por delante. Por eso, su grito estertor de que desde cualquier lado le envíen tropas para mayor duración de su disimulo. Y terminará recibiendo esas fuerzas que observará atolondrado, más no sus titiriteros.

No hablemos de las bandas armadas haitianas, porque ahí también aflora la ausencia y la presencia del ministro de facto Henry.

Todo esto sucede por culpa del descuido del Estado haitiano y del descuido de los ciudadanos haitianos, que no se rebelaron a tiempo como debieron contra su primer ministro de facto, Ariel Henry. Y tampoco han sabido organizarse a los fines.

Las pruebas de una inutilidad abundan

El Gobierno haitiano, sus aliados del 21 de diciembre y la oposición, se unieron en el marco de la “Declaración Conjunta de Kingston”, a lo que llamaron la declaración del 21 de diciembre. Allí estaba Ariel Henry y representantes de numerosos sectores de la sociedad haitiana. Firmaron un nuevo acuerdo político, el “Consenso Nacional para una Transición Inclusiva y Elecciones Transparentes”, el cual describe los planes para las elecciones y la designación del “primer gobierno posterior a la reforma, en Haití.

Pudieron unirse con el fin de acordar los pasos necesarios para que Haití avance hacia elecciones libres y justas”, según difundió el Representante Alterno de Estados Unidos para Asuntos Políticos Especiales, Robert Wood, ante la Misión de Estados Unidos en las Naciones Unidas.

Ocurrió, sin embargo, que los principales partidos políticos haitianos no firmaron aquella declaración conjunta, pese a que más de seiscientos sectores sí lo hicieron. Luego, el liderazgo político necesario del gobierno haitiano resultó fallido.

En tal acuerdo lo que se busca es la formación de un Consejo Superior de la Transición de tres miembros y la organización de elecciones para permitir que un gobierno electo tome el poder el 7 de febrero de 2024. ¿Se leyó bien? El 7 de febrero del 2024.

El diario Le Nouvelliste ha difundido que los 10 partidos que salieron victoriosos en las últimas elecciones presidenciales de 2016, incluidos PHTK (en el que es dirigente el susodicho primer ministro), también Pitit Dessalines, Fanmi Lavalas, LAPEH, Renmen Ayiti, entre otros, se están alejando cada vez más de este acuerdo que tiene como objetivo organizar las próximas elecciones.

El Consejo Superior de la Transición (HCT) está encomendado principalmente a la sociedad civil y al sector privado, dejando voluntariamente de lado a los partidos políticos. Esto, ante el supuesto de que debe trabajar con funcionarios para reformar la Constitución, aplicar reformas económicas y reducir la violencia política. Debe elegir también un consejo electoral provisional que debe construirse antes de que comience la planificación de las elecciones.

La formación del HCT solo refuerza el poder del Primer Ministro de facto, que así, está tomando el control de las diversas instituciones estatales del país sin legitimación alguna. Eso es lo que se ve desde lejos.

Las personalidades que componen esta estructura son Mirlande Hyppolite Manigat, quien representa al sector político, Laurent Saint-Cyr (sector privado, presidente Cámara de Comercio de Haití) y el presidente de la Federación Protestante de Haití, Calixte Fleuridor, por la sociedad civil.

Ocurre, sin embargo, que también existe en Haití, el Acuerdo de Montana, que fue primero, pero que también rechaza de plano el acuerdo del 21 de diciembre, por considerarlo una maniobra encaminada a organizar elecciones ficticias para colocar títeres al frente del Estado, y poder seguir gozando de ciertos privilegios en instituciones como la Aduana, la Dirección General de Impuestos, la Oficina Nacional del Seguro de Vejez.

Entonces, ahí hay un nudo

En una reciente rueda de prensa, el 4 de octubre del 2023, Ariel Henry intentó manipular a los integrantes de lo que él llama Consejo de Ministros, y a la señora Manigat, haciéndola aparecer sin su conocimiento, para que le acompañara y hablara. Ella se negó alegando que no hay condiciones.

El objetivo era fijar la posición del ejecutivo haitiano sobre la votación del Consejo de Seguridad de la ONU, el lunes 2 de octubre de 2023, que autoriza el despliegue del Apoyo Multinacional de Seguridad Misión en Haití (MMSS). Entre la improvisación y la puesta en escena de una comunión entre el gobierno y el Alto Consejo de Transición, la rueda de prensa anunciada se convirtió en un fiasco.

“El HCT está alojado en un espacio pequeño para que pueda existir. Éste no es el verdadero asiento que necesitamos”, se queja Mirlande Manigat. “Estamos tratando de prepararnos. El lugar donde nos hospedamos no es adecuado. Es un edificio especial. Estamos en el quinto piso del Ministerio de Comercio. Hay muebles, pero no hay escritorios. Ni siquiera podemos encontrar una hoja de papel. Tenemos dificultades para funcionar como institución. No podemos contratar personal, porque todavía no tenemos presupuesto. Tuvimos que protestar, argumentando que no se nos puede tratar así. Esperamos que las personas con las que estamos hablando sean de buena fe y que pronto podamos funcionar como cualquier institución estatal”, dijo. Y es el marco en el que Ariel Henry pretende que se organice todo para que él cumpla con lo que todos esperan en Haití.

Ocurre que, en Haití, la señora no es cualquier cosa. Es una profesora de Derecho Constitucional que fue candidata presidencial en los comicios del 2010, y venció en primera vuelta, aunque las circunstancias que el mundo conoce, en una segunda vuelta, Michel Martelly le arrebató el triunfo. Y es también, la viuda, ex primera dama haitiana, del presidente Leslie Manigat, en 1988. En 2006 fue elegida senadora por Puerto Príncipe. Fue designada en el Alto Consejo de Transición en febrero del 2023, su grupo es la Agrupación de Demócratas Nacionales Progresistas.

Los últimos senadores electos de Haití finalizaron su mandato el 11 de enero. Esto deja al país sin un solo funcionario electo, una disminución de la gobernanza democrática que ha empeorado constantemente desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021. El Senado debería tener 30 miembros. Con 119 legisladores en la Cámara de Diputados. Ninguno de ellos permanece en el cargo, Henry ha despedido a cualquier miembro de su gabinete objeto de las sanciones, pero esto no le ha aportado mucho alivio. Él mismo ha estado bajo investigación por presuntas conexiones con el asesinato del presidente Moïse, en julio de 2021.

De este embrollo es que hace ingentes esfuerzos el presidente dominicano Luis Abinader para diferenciarse, apurando distintas medidas que incluyen hasta la construcción casi en sus finales de una malla metálica o pared, a todo lo largo de la frontera que debería dividir a las dos naciones en sus ancestrales diferencias.

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