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lunes, abril 29, 2024

Abinader tras la huella de Balaguer: soberanía frente a Haití

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La Fundación Joaquín Balaguer acaba de reconocer que el presidente Luis Abinader, según ellos, coincide con iniciativas y planteamientos de Joaquín Balaguer sobre el tema haitiano.

Se hace evidente, así, que los herederos políticos de Balaguer ven un renacimiento de sus ideas y acciones en la conducta de Abinader, en el digno propósito de defender la soberanía dominicana, históricamente asediada desde territorio haitiano.

Cuando los balagueristas entregan una colección completa de los libros de la autoría de quien fuera su líder, y  entresacan y entregan sus obras El Centinela de la Frontera, y La Isla al Revés grafican parte de la ideología de Balaguer frente a los haitianos.

Abinader, como Balaguer, no ha hecho más que defender el respeto por los pactos históricos en busca de la armonía necesaria entre haitianos y dominicanos.

No es otra cosa lo que transparenta la fortaleza de la negativa de Abinader para evitar la construcción del canal para desviar el río Masacre y poner sus aguas al servicio de oportunistas empresarios haitianos, en perjuicio de los agricultores dominicanos.

Abinader confiesa que ha resistido presiones de Estados Unidos para forzar que el país reciba oleajes de migrantes haitianos, en contradicción con la historia de las relaciones exteriores, las reglas de migración y todo lo que tiene que ver con la zona fronteriza y la política económica dominicanas. Y esto, es mucho decir.

Abinader ya logró compactar los sentimientos de los sectores políticos y sociales del país en un concluyente Pacto de Nación por la Crisis de Haití y tiene en esa plataforma un marco que lo legitima en su esfuerzo por tratar el espinoso asunto de manera clara, nacionalista y en términos políticos.

Balaguer confesó en distintos escenarios que Haití y República Dominicana son dos naciones arrinconadas en una sola isla de apenas 78 mil kilómetros cuadrados, las que están resignadas a vivir unidas como dos hermanas siamesas, pero separadas políticamente, porque son dos etnias distintas. Los haitianos se sienten predestinados a no formar jamás una sola república dirigida por la República Dominicana.

Las revoluciones, invasiones y las sucesivas guerras han producido un sedimento síquico en los pobladores de ambos países. En esa tesitura nunca ha existido una real frontera que evite la conjunción de tal infortunio.

Haití nunca renunciará a la gloria que le otorga su revolución contra los imperios más poderosos de la tierra.

Sólo pequeñas élites que controlan ambos lados no han sido consecuentes con la historia de los pueblos haitiano y dominicano, las que han logrado imponerse al margen de los intereses comunes de ambas naciones. Personas nacidas en Haití o de ascendencia haitiana siempre han contribuido y colaborado de distintas maneras con los dominicanos.

Hemos soportado invasiones protagonizadas por la pasión hegemónica del imperio norteamericano, a ambos lados de la frontera, en 1916 y 1924.

Fue durante la dictadura de Rafael Trujillo cuando se inició una época de restricción para los trabajadores haitianos, simbólicamente reflejada en la gran matanza de haitianos decretada por el dictador, a partir de 1937. Además de perseguirlos a muerte, se los obligó a vivir acorralados en los bateyes de los ingenios azucareros.

Tal política de querer aislar a los haitianos fue continuada por Joaquín Balaguer. Desde 1912, Balaguer intentó regularizar mediante leyes y reglas migración y la permanencia de este lado de los haitianos.

Ya existirían tratados entre los gobiernos de Haití y dominicano, como el Acuerdo Suscrito sobre jornaleros haitianos, del 5 de enero de 1952. En 1966 se formó el Consejo Estatal de Azúcar (CEA), cuando Balaguer seguía creyendo que la República Dominicana tenía que defender su cultura y su raza. Todo sería inútil ante el permanente flujo de nacionales haitianos por residir de este lado de la frontera.

Durante los regímenes de Balaguer, en 1990, se ordenó la deportación, a veces con violencia, de todos los residentes extranjeros de los ingenios que eran menores de 16 o mayores de 60 años.

Luego los dominicanos lograron una definición del asunto logrando la sentencia 68-13 del Tribunal Constitución con la que quedó todo claro, dejando diafanizado el tema de la mitología de la apatridia en el país.

En Haití, tradicionalmente ha existido la tendencia al desorden que se origina en distintas circunstancias. Tendencia que se ha extendido y enraizado tras el asesinato de su último presidente Jovenel Moïse.

Una reciente disposición de Abinader prohibió la entrada al país de 39 haitianos “por implicar una amenaza a los intereses institucionales de República Dominicana”. Ya antes, en septiembre de 2022, se prohibió la entrada del exministro haitiano, Claude Joseph y otros 12 líderes de esa nación.

Han sido reticentes y enérgicos los llamados de Abinader en distintos escenarios internacionales, en el Consejo de Seguridad de la ONU, en los organismos de la OEA, entre otros, resaltando que República Dominicana no tiene solución para la crisis haitiana. Ha pedido que la comunidad internacional intervenga en aquella nación. Ha tratado de imponer la regularización de los extranjeros a través de sus empleadores.

En julio de 2021, la Dirección de Migración inició la implantación de la carnetización que denominó “habitante fronterizo”, para los comerciantes haitianos que acuden a los mercados binacionales, permitiendo que los haitianos circulen y hagan negocios en las provincias Dajabón, Elías Piña, Pedernales y Jimaní, bajo amenazas de ser apresado si son sorprendidos fuera de esas jurisdicciones.

En septiembre de 2021, se dispuso que el Consejo Nacional de Migración emplazara por tres meses a las empresas para que regularicen y reporten en su nómina de empleados, a los extranjeros, según la ley. En ese mismo año se suspendió de manera indefinida el visado especial para estudiantes haitianos en centros dominicanos.

Se dispuso, asimismo, adiestrar a las gobernaciones para que manejen la identificación de los extranjeros en sus provincias.

El gobierno promueve y financia la construcción de una verja perimetral en la frontera, desde abril del 2022, hecha de hormigón armado y estructura metálica, con 19 torres de vigilancia y control, y 10 puertas de acceso para patrullaje. La extensión de esta abarca, en marcha, abarcará 14 mil 597 kilómetros en 5 tramos. Se ha dejado sentir la protesta de algunos comerciantes y grupos de ambientalistas, ante tal iniciativa.

Siempre se recordará que antes de su asesinato, el presidente haitiano Moïse se opuso a lo que todavía era una idea dominicana para levantar el muro fronterizo, alegando que violentaba la soberanía haitiana.

Nuevos vehículos militares han sido adquiridos para facilitar la movilidad a lo largo de la frontera, en los que se incluye decenas de blindados terrestres, aviones, vehículos pesados y helicópteros.

De “ninguna manera” serán aceptados haitianos en condición de refugiados, algo que sería muy peligroso para la seguridad del país, ha dicho el gobierno de Abinader.

En noviembre de 2022, un decreto del presidente Abinader instruyó al director general de Migración a que expulse e impida, el ingreso al país de los extranjeros invasores o que hayan ocupado de forma irregular propiedades privadas y del Estado. En ese mismo año, fueron repatriados más de cien mil haitianos en base a la ley de migración.

Más de un centenar de soldados armados para reforzar la dotación terrestre han sido desplegados por la comandancia general del Ejército Dominicano, sólo en la parte norte de la frontera.

La suerte está echada. Lo Balaguer como lo de Abinader está a la vista de todos.

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