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sábado, abril 27, 2024

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En el siglo XIX y XX, República Dominicana ha experimentado experiencias traumáticas. Por ejemplo,  al inicio del siglo XX el país contaba con unos 815,000 habitantes y el presidente Juan Isidro Jimenes enfrentaba el siguiente drama: Solo contaba con un ingreso en dólares por concepto de Importaciones de 2 millones de los cuales la compañía Santo Domingo Improvement Corp, en posesión del control aduanero se cobraba el   capital e intereses  de 24 millones de dólares adeudados.

En adición, el gobierno adeudaba otros 10 millones de dólares en el país gracias al pésimo desempeño de Ulises Heureaux (Lilis), que de una manera mañosa favorecía con contratos a amigos.

Esos escasos 2 millones dólares tenían que alcanzar para las obligaciones externas e internas, y para pagar los empleados locales y demás obligaciones de la administración. Se podría pensar, hacer parte de sus obligaciones con moneda local. Pero esta era inútil ya que  las llamadas papeletas de Lilís, aun circulaban, carecían de  valor alguno, ya  este ordenaba la impresión de papel moneda, sin respaldo en oro o dólares.

Ante este desastre financiero el gobierno de Jimenez no tuvo otra alternativa que sacar la corporación norteamericana de la administración aduanera para respirar un poquitín en este atolladero.

El ajusticiamiento de Lilís, absolutamente justificado en 1899, no solo por su despilfarro financiero, sino porque además usaba el poder  para su enriquecimiento personal  y en francachelas  en las que procreo ocho hijos en diferentes mujeres en adición a los cuatro que tuvo con Catalina Flank con quien se había casado en 1880.

Lilís creció políticamente al lado de Luperón, en el Partido Azul y en la causa restauradora, pero luego usó ese prestigio para un disfrute personal, para actuar dictatorialmente y para pagar a los asesinos y adulones.

Pedro Santana, igual que Lilís alcanzó prestigio en la lucha independentista y luego cuando alcanzó el poder persiguió a sus antiguos aliados y terminó entregándole la patria a España por un precio vil: ser Marqués de la Corona Española.

De ambos canallas, salimos adelante. No estamos en el paraíso. Sin embargo, el pueblo dominicano no son los gobernantes que hemos tenido, que los hay de diferentes calidades.

Soy optimista del que el siglo XXI, será mejor que el XX, con dos ocupaciones de Estados Unidos y un Trujillo. Mi confianza surge de la propia historia.

 

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