n el manuscrito entregado a Solé por parte de Roberto este le dice no solo como él interpreta el mundo sino cómo ve el propio vudú haitiano. Según Roberto el duelo después de la muerte de un ser querido en el vudú se celebra una actividad en la cual se enredan la miseria, el desconocimiento, la manipulación, por lo que se predica que los espíritus no abandonan el cuerpo de inmediato y se necesita de un Ungun o una Mambo para manejarlos.
Ellos se comunican y dirigen el ceremonial del duelo. Los espíritus vienen del frio y necesitan fuego y por eso se necesita alcohol para alimentar el fuego.
Los sacerdotes riegan polvos que alucinan y permiten olvidar por momentos el dolor de la muerte. Los pobres acuden en busca de alimentos que los familiares del muerto proveen por la asistencia en ese momento de dolor. El vudú sostiene que de no hacerse ese ceremonial los espíritus se podrían incomodar y causar venganza.
Ese conjunto de creencias se fortaleció en el contexto de la esclavitud por la extraordinaria fragilidad de los atrapados en el periodo inmediatamente después del descubrimiento de América. El negocio de la esclavitud era tan rentable, que, aunque en la travesía se perdiera en muertes el 20% de los apresados, los beneficios de la mano de obra gratuita más que compensaban esas pérdidas.
Ingleses, franceses, británicos holandeses portugueses y norteamericanos participaron en el asunto por un total de más de 20 millones de esclavos que se esparcieron por toda América desde 1492 en adelante por más de 3 siglos. Eso le dio el tinte característico a las Antillas que hoy tiene y que hace las historias de Cuba y de RD se parezcan tanto, le comenta Roberto. A Solé.
La llamada civilización europea tiene detrás, no solo la ignominia de la esclavitud, Las dos guerras del opio de 1839-42 y de 1856-60 que Inglaterra le ganó a China porque esta quería parar el tráfico de opio desde India para China, que ya tenía un 10% de su población adicta a esa sustancia, sino que perdió a Hong Kong también en el conflicto.
Roberto intenta ganarse la aprobación de Solé porque él entiende que lo que más necesita Haití no es dinero, sino líderes que tengan la capacidad de transmitir conocimiento a su pueblo. En su discurso Solé lo interrumpe y le dice dime en dos palabras cuál es tu respuesta. Roberto le dice solo una. Ignorancia.
continuará…
