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domingo, abril 28, 2024

En Argentina se avecina un salto político al vacío

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Los argentinos acuden a las urnas el 22 de octubre y las proyecciones de triunfo apuntan hacia el economista Javier Milei, de ultraderecha, quien propone eliminar el Banco Central, dolarizar la economía, eliminar los ministerios de Salud, Educación y Obras Públicas, entre otros, con la supuesta finalidad de reducir el gasto, en un país que atraviesa por una terrible crisis económica, producto del alza desenfrenada del dólar norteamericano e inflación en todos los productos y servicios que consume la población.

Al momento de escribir este artículo la tasa de cambio estaba a 730 por cada dólar. La situación por la que atraviesan los argentinos ha generado un desgaste natural en el partido gobernante, cuyo candidato presidencial es Sergio Massa, que se desempeña simultáneamente como ministro de Economía.

En Argentina el electorado está dividido fundamentalmente en tres opciones. La primera es la de Javier Milei, el cual ronda el 35%; el Kirchnerista Massa, que oscila entre un 25 y un 27%; y Patricia Bullrich, con un 22%, una protegida del derechista Mauricio Macri. Para ganar en primera ronda se requiere un 45% o, en su defecto, un 40%, si la diferencia con el que queda en segundo lugar es de diez puntos o más.

Lo que se cree es que el ultraconservador Milei supera el 40%, que los resultados de las firmas encuestadoras no reflejan la realidad de la preferencia electoral. Los resultados de todos los estudios de opinión, inclusive de encuestadoras de prestigio internacional, se cayeron respecto a las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), que apenas otorgaban a Milei entre un 18 y un 20% y terminó alzándose con un 30.2, el más votado de todos.

El señor Milei exhibe capacidad en materia de economía, pero su discurso es agresivo e insultante, planteando romper bruscamente con el establishment, calificando de corruptos a todos los políticos, legisladores, periodistas, sindicalistas, miembros de cortes y empresarios. Es lo que él denomina la Casta. Podría tener razón en lo que expresa, pero sería una verdad parcial. Es la misma situación por la que atravesamos los dominicanos, pero no se puede generalizar. Él no es el único serio, en caso de que lo fuese. Además, si está aspirando a presidente también es político. Es un discurso demagogo, parecido al que levantó Alberto Fujimori en el Perú, en 1990. ¿Y qué resultó ser Fujimori? Pero Milei, de 52 años, es peor que Fujimori.

Es un individuo que arrastra grandes traumas desde su niñez, que lo llevan a despreciar a sus padres y cuando se refiere a su familia habla de una hermana y cinco perros que tiene en su casa. Su preferencia sexual es tan extraña como las propuestas políticas y económicas que plantea, entre las que incluye la venta de órganos humanos, como si las partes del cuerpo se fabrican.

Todos sabemos que para obtener un hígado, un riñón, un pulmón o un corazón es necesario que aparezca algún donante (algo difícil), que regularmente se trata de una persona accidentada y declarada cerebralmente muerta. La familia del accidentado podría regalar partes internas a alguien que necesite, pero se requiere, además, compatibilidad. Aprobar el negocio de venta de órganos humanos equivale a estimular desapariciones y asesinatos de personas, cuyos datos de salud muchas veces tienen laboratorios y clínicas. Sería una actividad criminal.

Luce que este individuo iría a la jefatura del Estado argentino a inventar. ¿Qué es eso de eliminar los ministerios de Educación y Salud? Educación y salud son dos servicios básicos, diría que estratégicos para cualquier nación. Posiblemente este caballero viene con una receta privatizadora, que perjudicaría grandemente a los segmentos sociales más necesitados. La crisis económica y social que se vive hoy en Argentina no debía ser motivo para la improvisación.

“La sal saldría más cara que el chivo”, reza una máxima popular. Creo más en un candidato que ponga a los empresarios a pagar sus impuestos, que combata la corrupción administrativa, luche por el adecentamiento de las instituciones y garantice oferta de servicios a los ciudadanos. No en un loco que plantee acabar con todo, porque el único que sirve en Argentina es él. Una muestra de la crisis que este sujeto crearía en Argentina radica en su negativa de conversar con los diversos sectores de esa sociedad, incluyendo a los legisladores, bajo el alegato de que no se sienta a hablar con corruptos.

Un gobernante que no consensua es porque pretende abolir poderes y gobernar dictatorialmente, lo que resultaría ser un enorme retroceso político. Un salto al vacío. En Argentina estamos a la puerta de una gran crisis política, que sumada a la económica y social que ya se vive resultaría ser una catástrofe.

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