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lunes, mayo 13, 2024

 Melómano: “Guitarra suena más bajo”, la canción de Nicola di Bari que aún retumba en mi memoria

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Cada etapa del desarrollo de la sociedad humana trae sus propias palabras, conceptos, que se hacen populares y que las personas repiten, ignorantes quizás de su origen y amplio significado. Por ejemplo, la terrible pandemia del COVID-19 nos trajo la palabra resiliencia. No sé desde cuándo comenzó a utilizarse la palabra “bullying” para referirse al acoso, la agresión malsana, amenazas físicas o verbales en contra de una persona, sobre todo, en el ámbito de la escuela o colegio.

El bullyng ha existido siempre y muchos fuimos víctimas de ese tipo de comportamiento, que algunos profesores veían como travesuras propias de nuestra edad.

Motes, burlas y agresiones eran frecuentes en las escuelas donde nos tocó estudiar. Este comportamiento negativo es tan generalizado, que Hollywood le ha sacado pingues ganancias en numerosas películas.

En medio del cruel bullyng que nos afectaba a varios estudiantes en la escuela de Jarabacoa se hizo popular la canción “Guitarra suena más bajo”, en la exquisita voz del cantautor italiano Nicola di Bari.

Esta canción sonaba insistentemente en la radio y los chicos de mi edad la cantaban, sobre todo, las colegiadas. Pero también canciones como «Los días del arco iris» (1973), «Lisa de los ojos azules» (1969), «Trotamundos» (1968), «Rosa», «Primera cosa bella», «El corazón es un gitano» (1971), «El último romántico» (1971) y «Como Violetas» (1972) fueron éxitos indiscutibles en el país, que deleitaron a los oyentes de música suave. Allá, “donde siempre hay primavera”, no fuimos la excepción.

Este recuerdo de “Guitarra suena más bajo” de Michele Scommegna, que así se llama Di Bari, está vinculado a una hermosa compañera de estudios, cuyo nombre prefiero omitir, que era muy considerada conmigo y otro chico, ambos objetos de burlas entre nuestros compañeros.

Él y yo nos sentimos privilegiados cuando aquella chica nos pidió unas semillas para un trabajo de manualidad que había puesto la profesora. Ella vivía en la parte urbana de Jarabacoa y nosotros éramos del campo, de zona la rural. “Olíamos a hojas”, como despectivamente nos decían los capitaleños.

Ya dije que en esa época era muy popular la canción “Guitarra sueña más bajo” y el propio Nicola di Bari, que ganó el Festival de San Remo en los años 1971 y 1972.

En la actualidad, Nicola tiene 82 años y sus canciones aún gozan de popularidad en Hispanoamérica, se escuchan en los programas radiales del país dedicados al bolero y la balada.

Se podría decir que Nicola di Bari compartió escenario radial en el Caribe con Salvatore Adamo, el siciliano-belga que de manera rimbombante anunciaba el locutor de “Cien canciones y un millón de recuerdos”, de Radio Popular. Ambos tienen en común la decisión de cantar en este hermoso idioma que nos gastamos los latinos y que son dos íconos de la música popular que aún viven.

Nicola compuso las canciones Zapponeta, dedicada a su ciudad natal y Paese. De ahí lo de cantautor: canta y escribe, como lo era el inolvidable Froilán Antonio Rodríguez Jiménez, pero Anthony Ríos tenía la escasa condición de ser un polifacético.

Las canciones de Nicola di Bari marcaron toda una época, repleta de sueños, y travesuras infantiles, respirando el aire fresco que exhalaba la Cordillera Central, que cada mañana se coronaba con una blanca neblina.

Hace algunos años le pregunté a la poeta jarabacoense Taty Hernández Durán por la chica aquella, cuyo nombre me reservo no por nada malo, y me dijo que estaba bien, que se había casado y tenía familia.

Quizás ella nunca sepa que mi recuerdo de Nicola di Bari está vinculada a su fino trato, al hecho de no discriminar a nadie, a la emoción que sentimos de recolectarle aquellas semillas para su trabajo de manualidad. A lo mejor ni siquiera escuche “Guitarra suena más bajo” con la fruición que lo hago yo, que soy un empedernido melómano.

En este viernes bohemio atesoro estos recuerdos sin una pizca de rencor, con la gratitud de haber vivido una época marcada por la inocencia, la solidaridad, el amor y la existencia de extraordinarios amigos. Alzo mi copa para brindar por la tierna chica que fue incapaz de hacernos bullyng, como los demás, y por Nicola di Bari, cuya emblemática canción aún retumba en mi memoria.

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