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viernes, mayo 10, 2024

Cuando la nostalgia se hace mayor de edad

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A 21 años de aquel cierre, la convivencia, solidaridad, respeto y compañerismo norman las relaciones de quienes en las distintas etapas del periódico se conocieron allí y de quienes ya estaban relacionados, hasta el grado que hoy sobrevive un grupo cohesionado –el Magno Foro– que coincidió en el tramo final.

«Lo que fracasa cómo ideología, triunfa como nostalgia» plantea en su libro «El vértigo horizontal» Juan Villoro, el más reciente ganador del reconocimiento a la excelencia del Premio Gabo 2022, que lo valora por la «mirada propia, profunda y crítica que proyecta en su ejercicio periodístico con rigurosidad, ética y talento ejemplares», cualidades que se me hacen familiares a El Siglo, aquel periódico dominicano que en este 31 de octubre cumple 21 años de su desaparición del mercado.

Pienso que todo eso fue El Siglo, desde su inicio bajo la conducción innovadora de Bienvenido Alvarez Vega – su primer director- que en 1989 presentó a la sociedad un producto que desató aquel alborozo que, con «arrobo y entusiasmo» sintió la perspicaz Solangel Valdez -entonces la más joven y única mujer fotógrafa del matutino– se generalizó aquel 3 de abril cuando los lectores afanosos buscaron en las calles ese ejemplar iniciático de una era adelantada del periodismo dominicano.

La diagramación, el diseño, la calidad del impreso, el estilo de redacción, la profundidad en el enfoque de los temas y la calidad de reporteros, fotógrafos, redactores y columnistas era la parte más visible de aquel esfuerzo prohijado por Bancomercio en el inicio de una borrachera del sistema financiero, que a lo largo de la existencia del periódico lo zarandeó de acuerdo a cómo se comportara el aval ético, los conocimientos sistémicos y  la responsabilidad social de los «propietarios» y/o de los manejadores económicos.

Bajo el predicamento de ser «Un periódico para nuestro tiempo», El Siglo aunó inteligencia, capacidad, disposición y perspectiva para mostrarse como medio moderno que inauguró en el país una estructura comunicacional de última generación, diversidad de la oferta noticiosa y una «paridad» de género, que si no era reivindicada entonces, sí aportó una visión más amplia en el enfoque, más profunda por las cualidades y el entusiasmo de mujeres como Margarita Cordero, Elsa Expósito, Patricia García, Emilia Pereyra, Vivian Jiménez, Elina María Cruz y más tarde se sumarían Mildred Minaya, Patricia Arache y otras valiosas firmas.

Esa calidad profesional tenía y siempre tuvo en El Siglo un plus: la convivencia, solidaridad, respeto y compañerismo que todavía hoy, a 21 años de aquel cierre, norma las relaciones  de quienes en las distintas etapas del periódico (cinco directores en los 12 años de su existencia) se conocieron allí y de quienes ya estaban relacionados, hasta el grado que hoy sobrevive con ánimo, lealtad, solidaridad y alegre camaradería, más allá del Whatsapp y las redes sociales, un grupo cohesionado que coincidió en el tramo final: el “magno foro”.

Lauterio Vargas, que llegó al periódico en su última etapa, cuando el medio se proponía «Para saberlo todo en menos tiempo», escribió un libro narrando su experiencia, mismo que tituló «Huellas de El Siglo» inspirado en una cadena de correos electrónicos iniciada por la dinámica periodista María Mercedes, quien al cumplirse los primeros cinco años del cierre, ocurrido el 31 de octubre de 2001, quiso compartir con ex-compañeros y compañeras algunas vivencias y recuerdos de cuando trabajaban en el número 1 de la calle San Antón, en Herrera.

Yo formé parte de ese grupo final, llevado por Osvaldo Santana, en una segunda etapa laboral que duró más tiempo que al inicio en abril del año 89. Respondí a ese email expresando mi sentir, el que ahora reivindico: «me alegra saber de algunos/as de ustedes, también de esa etapa (aunque algunos/as todavía no perdonan algunos excesos) que compartimos. El cierre de El Siglo -algunos lo comentamos- fue al periodismo dominicano como el derribo de «las torres gemelas» al mundo. Ojalá que no sea ya por mucho tiempo y que el periodismo de RD pueda recuperarse un tanto de la situación actual».

Pasados 21 años esa esperanza que entonces cobijaba se diluye con relación al periodismo local, pero las relaciones entre este grupo de amistad que inició como “coleguismo”, se han vuelto más sólidas que “Baninter” –Otra etapa dorada económicamente en El Siglo– porque están cinceladas con la complicidad, la solidaridad y los afectos.

Tanto una como otra, Juan Villoro me ayuda a reivindicarlas y, me atrevo a decir, que El Siglos es ese “ausente necesario” aunque por ahora sea el “triunfo de la nostalgia”.

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