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sábado, mayo 18, 2024

Cabeza, corazón y coj….!

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Adiós Khachanov. Que pase el siguiente. Nada es absoluto, pero es tarea difícil encontrar en este momento un tenista capaz de responderle al arsenal de golpes de Carlos Alcaraz.

Potente en sus disparos, demoledor en sus definiciones, dueño de un revés indescifrable que va desde el plano cruzado hasta el de efecto que busca profundidad en la línea de base para mantener a la defensiva a sus rivales.

Propietario de un drop shop prohibitivo que deja inmóvil al adversario, Alcaraz, que alcanzará sus 20 años este viernes, es puro talento prematuro con características impropias para un jugador que aún lucha contra el acné.

Contemporiza, supera con efectividad calculadora esos momentos de baja que el tenis de manera inevitable siempre reserva en cualquier circunstancia de los partidos.

Tiene ese instinto asesino propio de esos depredadores que han gobernado con mano dura la cima del ranking ATP.

Sabe escuchar y asimilar las directrices de un entrenador como Juan Carlos Ferrero que por medio de instintos le dicta pautas y estrategias. El polvo de ladrillo Madrid  le sienta bien por la altura de la capital española en donde la bola se torna menos pesada y corre un poco más, ideal para un español atípico que tiene en las canchas duras su superficie predilecta. Las comparaciones son odiosas en el deporte, pero también inevitables.

Alcaraz, a su edad, es un jugador más terminado y mejor técnicamente que aquel Nadal de 20 años que deslumbró con la tiranía que impuso en el circuito de canchas bandas. Nadal es casi pasado, solo resta leer el epílogo de una de las carreras más brillantes del tenis.

Alcaraz ya es presente y futuro, pero tiene pendientes puntos a mejorar que están al margen de lo técnico y su margen de mejora como jugador.

Su tendencia a las lesiones es preocupante pero entendible. Se trata de un jugador que aún no está terminado físicamente, que le falta por desarrollar músculos, pero al que tendrán que modificar tácticas y estrategias para que su tenis sea un poco menos pasional y un poco más racional.

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