Hay una etapa natural en la vida del hombre, donde no tiene una clara noción sobre el amor, sufre y se enamora callada y perdidamente de una persona. En el caso de nuestra generación y la anterior, tener el valor de enamorar y conquistar una mujer era toda una odisea. Cuantos amores fallidos, frustrados, por no tener el valor de declarar ese sentimiento que nos atormentaba. Ya eso, naturalmente, que ha cambiado.
El bolero, en el caso de mi generación, fue en cierta forma ese vehículo para el desahogo, por eso se habla de la canción de amargue, no solo en referencia a los casos en que el hombre ha sido abandonado, se ha terminado una relación.
Hubo una época que los más osados recurrían a la serenata para expresar de alguna manera ese amor platónico que le provocaba insomnio.
Para los menos arriesgados y aquellos que no contaban con recursos para llevar una serenata, existían las cartitas, que se enviaba utilizando a una amiga de la amada o dejándola en un lugar donde pudiera encontrarla.
Pienso que este artista del que me voy a ocupar esta semana fue uno de más recurridos para llorar en silencio las desventuras del amor no correspondido o por el que no se tuvo el valor de luchar. Me refiero a Julio César Eugenio, a quien todos conocimos con el icónico nombre de Yaco Monti.
Este argentino nació en 1944, por lo que en la actualidad tiene 79 años, y además de compositor es actor, cuyas películas no he tenido el honor de ver.
Uno de esos temas interpretados por él en el que nos refugiamos a la hora de restañar las heridas de amor fue “Amor desesperado”.
Compitió en un festival internacional de la canción en Uruguay con artistas de la talla de Palito Ortega (Ramón Bautista Ortega) y Chico Navarro (Bernardo Mitnik), fallecido en agosto del pasado año.
Yaco Monti es uno de los boleristas con más alto registro de voz, que se podría equiparar a Amanda Miguel en su mejor época.
Ha compuesto canciones para artistas memorables como Leonardo Favio, así como para Los Pulpos, Los Galos y la mexicana Imelda Miller, y por lo menos actuó en dos películas.
Aquí, Yaco Monti gozó de mucha popularidad en los programas radiales dedicados al bolero y compartió época con Palito Ortega, Leo Dan y Leonardo Favio, entre otros.
Además de “Amor desesperado”, boleros o baladas suyos que se prestaban para el desahogo amoroso eran “Si lo hubiera hecho antes de partir”, “Que tienen tus ojos”, “Un dolor de adiós” y “Volveré a San Luis”.
La canción emblemática, triste por demás, que retrata una irremediable pérdida, de Monti es “Está dormida”. Recuerdo a un amigo llorar en cuanto escuchaba aquel sentido tema, no sé por cual razón, si también a él le arrebató la parca a su amada o quizás gustaba de la canción.
Yaco Monti también hizo su propia versión de temas populares como “Vanidad”, que popularizara aquí Chucho Armando Avellanet; “Las hojas muertas”, que para mí figura entre las canciones más hermosas y cantadas, incluso en otros idiomas (Nat King Cole, Andrea Bocelli, Julio Jaramillo, Yves Montand, entre otros), y “La nave del olvido”, que indudablemente tiene su dueño: José José, el Príncipe de la Canción.
Yaco Monti es de esos artistas cuyas canciones acertaban siempre en la diana del desamor, golpeaban en el centro mismo del corazón, sobre todo en aquellos miembros de nuestra generación luminosa, irrepetible.
Boleros que, por su contenido y la calidad del interprete, marcaron una época, una hermosa época, nos hicieron soñar y sufrir.
