Los filósofos políticos clásicos, Platón y Aristóteles, realizaron importantes aportaciones para el entendimiento de la naturaleza de la democracia y el papel de los ciudadanos en ella:
Platón: En su obra «La República», planteó importantes críticas a la democracia, sistema político visto por él como ‘un régimen potencialmente inestable y vulnerable a la demagogia’, porque creía que la democracia podría descarriarse en tiranía si no se dotaba de educación a los ciudadanos para ser gobernados por filósofos-reyes, quienes, según este filósofo, eran los únicos capaces de apreciar el bien común y tomar decisiones equilibradas para la sociedad.
Desde la perspectiva Platónica, el sistema democrático debía ser dirigido por una élite (oligarquía), es decir, un pequeño grupo de individuos que comparten características, como riqueza, herencia, educación privilegiada y otros factores (no competencias) que les confieren autoridad para incidir en la toma de decisiones políticas y sociales desde su rol de gobernantes, para garantizar el equilibrio y la firmeza en la aplicación de la justicia, sin importar que esto supusiera restringir el derecho de los ciudadanos a decidir concretamente sobre las cuestiones políticas. Este sistema político dirigido por una élite suele caracterizarse por la exclusión de la mayoría de la población en la toma de decisiones políticas importantes.
Aristóteles, en su obra «Política», igualmente examinó la democracia, pero de un modo menos crítico que Platón. Tutelaba la idea de la ‘politeia’ y de la ‘poliarquía’. Apoyando una especie de democracia representativa en la que los ciudadanos indirectamente participaban en la toma de decisiones a eligiendo representantes.
El término ‘Politeia’ proviene del griego antiguo y se traduce como «forma de gobierno» o «constitución». En el contexto de la obra de Aristóteles. ‘Politeia’ significa la organización política de una sociedad, incluyendo sus instituciones, leyes y prácticas de gobierno.
Mientras que, el término ‘Poliarquía’ fue fijado por Robert Dahl, politólogo, en su obra «Polyarchy: Participation and Opposition» (1971). Término utilizado por este autor para referirse a un sistema político democrático que traspasa los límites de la simple celebración de elecciones periódicas. En una poliarquía, se resalta la competición política entre los grupos de presión y los partidos políticos, sobre la base del respeto a los derechos civiles y políticos, verbigracia: la libertad de expresión y de asociación y, una gobernanza condicionada por la ley y supedita a la rendición de cuentas.
En resumen, la ‘politeia’ describe una forma de gobierno en general, mientras que ‘poliarquía’ es un término que describe un tipo de democracia que se caracteriza por la competición política, la participación de los ciudadanos y el respeto de los derechos individuales.
La virtud fundamental de la democracia, para Aristóteles era el hecho de otorgar a los ciudadanos la posibilidad de ser gobernantes y gobernados, en un claro establecimiento de la igualdad en la actividad política.
No obstante, Aristóteles siempre puso en alto relieve la importancia de la educación cívica y la moderación para preservar la estabilidad y la justicia en la democracia.
Es evidente que entre Platón y Aristóteles hubo discrepancia acerca del concepto democracia y el derecho a decidir de los ciudadanos. Platón defendía una forma de gobierno dirigida por una élite filosófica, Aristóteles abogaba por una democracia en la que los ciudadanos eligieran sus representantes (democracia representativa) y participaran activamente en la toma de decisiones.
La única coincidencia entre Platón y Aristóteles consistió en reconocer la importancia de la educación y la virtud cívica para el buen funcionamiento del sistema político democrático.
