Sin temor a equivocarme “ese bolero es mío desde el comienzo al final” y “no importa quién lo haya hecho” pues “es mi historia y es real”. O como lo dije una vez, “la vida se resume en un bolero”. Este inicio tan inusual a propósito de que el pasado 6 de diciembre la UNESCO declaró al bolero “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”, iniciativa promovida por Cuba y México.
He visto en las redes sociales vinculadas a Cuba algunas quejas en el entendido que las autoridades de esa nación caribeña debieron tomar esa iniciativa hace tiempo y no compartida con México.
Aunque algunos sostienen que el origen del bolero es difuso, indiscutiblemente que este género “para sufrir el amor” nació en la patria de José Martí, pero al fin y al cabo el bolero nos pertenece a todos, es propiedad de la humanidad. Y que gratificante para un amante y promotor del bolero que haya sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Pienso que esa composición del dominicano Mario de Jesús Báez describe la esencia del bolero y confirma que nos pertenece a todos, sin importar raza ni nacionalidad. El bolero es un reflejo de la vida misma y tal como se afirmaba con el estilo, que era el hombre, lo mismo pasa con este género musical que enternece. El bolero soy yo, eres tú y es aquel.
“Ese bolero es mío porque su letra soy yo”, reza la canción escrita por el prolífero compositor dominicano, fallecido en México en 2008.
Porque al fin y al cabo el bolero está estructurado a la medida de las pasiones humanas, retrata cualquier situación por la que atraviese un hombre o una mujer.
“Lo hicieron a mi medida/Yo serví de inspiración”, expresa el compositor en su memorable bolero, que ha sido interpretado por artistas de la categoría Felipe Pirela (Felipe Antonio Pirela Morón, 1940-1972), el venezolano conocido como “El Bolerista de América”. Además, de Javier Solís (Gabriel Siria Levario, 1931-1966) y “El Lujo de México”, Marco Antonio Muñiz.
“Ese bolero es mío por un derecho casual/ Porque yo soy el motivo de su tema pasional”, dicen las letras de la canción, que ahora nos pertenece a todos no por un derecho casual, sino universal.
Ya hasta para zanjar las diferencias pasionales echamos manos al bolero, para hacernos escuchar por la ingrata que insiste en ignorarnos. Es así como tenemos con ella “Una conversación en tiempo de bolero”, porque contigo no se puede hablar.
“…unas veces contestas enojada y otras veces, ni te dignas contestar”.
El bolero es un género musical tan sublime que basta con darle una ojeada a la composición escrita por José Antonio Rodríguez y que popularizara “El Negrito de Villa”, Sergio Vargas.
“Con caricias en dos tonos
Voy recorriendo tu cuerpo
Es mi boca melodía que da música al silencio
Cuando baila por tu cuello
Como un ritmo de bolero”.
Esta canción compara un momento de éxtasis, de sublime entrega, en la que dos cuerpos se funden en el sentimiento más maravilloso, con el bolero. Estas letras profundas y sentidas de Rodríguez son dignas de antología.
“Y mis dedos son parejas
Que me invitan a la fiesta
Que ameniza tu cintura
Si un te quiero largo y hondo
Se me escapa entre los besos
Como un ritmo de bolero”.
La intimidad del bolero al escucharlo y el sublime contacto de la piel para aquellos que aún se atreven a bailarlo convierte a este género en único y perdurable, porque al amor sobrevivirá a los avatares de la vida.
“Como un bolero
La cadencia de dos cuerpos al bailar
Como un bolero
Un dueto de suspiro horizontal
Como un bolero
No quisiera que la orquesta entre tus labios
Se cansará de tocar este bolero”.
Ya sea para escuchar en un viernes bohemio o en cualquier ocasión “ese bolero es mío”, para disfrutar y acariciar a la persona amada “como un bolero” y hasta para restañar las heridas, las malas querencias y tratar de conquistar a la ingrata en una “Conversación en tiempo de bolero”, estoy agradecido con la UNESCO por declararlo “Patrimonio Cultura Inmaterial de la Humanidad”. Si algún granito aporté, mucho mejor me siento.
* El autor es periodista, novelista, cuentista y poeta.
