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lunes, abril 29, 2024

Melómano: El bolero: un fantasma difícil de desterrar de mis novelas

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En uno de sus ensayos sobre la novela dominicana, el escritor Avelino Stanley introduce la clasificación de “Novela Bolero” para tipificar aquellas obras narrativas donde, además de este apasionante género musical, se perciba “la omnipresencia del barrio, del alcohol, del cabaret, de la vellonera, de la prostitución”.

Esta explicación me dio el buen y dilecto amigo Stanley a raíz de un reclamo que le hiciera sobre el porqué no incluyó mi novela “Con el diablo en el cuerpo” en ese renglón, cuando en ella se respiraba boleros en sus páginas, pues novelaba la historia de Guadalupe Victoria Yolí Raymond, mejor conocida por La Lupe o La Yiyiyi, una de las más destacadas boleristas de habla hispana.

No insiste porque la explicación me satisfizo y además agradecí los elogios vertidos por un escritor de la talla de Avelino, en un correo que gentilmente me envió.

“De todas maneras, apreciado amigo, lo que te digo no va en desmérito de tu obra, que tiene buen tema y está bien lograda”.

Para los escritores melómanos, lo del bolero en la narrativa se desliza de manera natural e inadvertida, como un fantasma imposible de desterrar.

Lo he comprobado a lo largo de mi carrera literaria, donde el bolero ha hecho notar su presencia. “El hombre que no podía morir” y “Con el diablo en el cuerpo”, para mencionar dos.

En mi novela “El hombre tras el antifaz”, que pueden encontrarla en Amazon, hice un soberano esfuerzo por desterrar el fantasma del bolero de la misma, consciente de que era una realidad en mi escritura. En el trascurso de la trama se hace imparable el bolero en esta novela, a la que poca promoción le he dado, porque su momento me propuse escribirla para mí. Aparece con nombre y figura: Natalie Cole

Francamente no me pude resistir y coloqué al personaje Frodoberto en un espectáculo donde Natalie Cole cantó el medley que contiene las canciones “For Sentimental Reasons”, “Tenderly” y “Autumn Leaves”. Fue tal su emoción, el personaje central de “El hombre tras el antifaz” no pudo aguantar el llanto al oírla cantar como un ángel.

La hija de Nathaniel Adams Coles, conocido como Nat King Cole (1919-1965), ha estado rondando desde hace tiempo, como un impertinente fantasma, mi alma de narrador, exigiéndome que escriba su historia, a pesar que le decía que estaba el obstáculo del idioma, la cultura y hasta la geografía.

El bajadero fue aquel disco en español que ella lanzó en 2013, para rendir tributo a una chica salvadoreña que le donó un riñón. Salté de la alegría y un buen día le grité a mi esposa que había escrito los primeros tres capítulos de una novela sobre la vida de Natalie Cole, donde ella figuraba como personaje con su nombre y todo.

Como buena abogada y consciente de los peligros, Ana María Moreno de Belisario me advirtió de las consecuencias legales de escribir la vida novelada de un personaje de carne y hueso, que a penas había fallecido hacia nueve años. Podrían demandarme por la osadía de escribir un libro no autorizado sobre ella.

Decidí entonces crear un personaje puramente de ficción y proseguir con mi proyecto de novela, pero por otros derroteros. Una novela sin el temor al fantasma del bolero y sin proponérmelo, respondiendo a las características que define Avelino Stanley para la Novela Bolero.

Solo espero que esta novela, que en estos momentos le doy los retoques finales, pero que no tengo ni la más puta idea de cuándo publicaré, sea bien recibida, por lo menos para aquellos que son melómanos como yo.

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