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domingo, abril 28, 2024

La respuesta

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Es muy posible, que tras la ola delincuencia que azota el país, se cierna una respuesta de mozalbetes y jóvenes, ensañados por la indiferencia de nuestros gobiernos que no han viabilizado un mejor bienestar para las nuevas generaciones.

Parecería una exageración, pero, los que no han tenido oportunidad de educarse y mucho menos plataformas de deportes y otras distracciones que tiendan a bien orientarlos; sin suficientes herramientas educativas, es muy posible que sólo les quede el camino de delinquir.

Y, para poder determinar sobre el porqué de esas inconductas, no basta con ‘filosofar’ en lo político, para trazar una cortina de humo que oculte la desidia de quienes nos gobiernan.  Subsecuentemente, ante la incapacidad de nuestras autoridades, a muchos le darán pa’bajo; lo que es síntoma de incapacidad.

Pero, la delincuencia continuará. Sobre todo cuando han ascendido gobiernos que prometen cambios con un trasfondo de gatopardo; todo sigue igual. Nuestra juventud continúa desamparada; no descienden a los barrios al menos que no sea para obtener capital político.

Lo nocivo de esto es que, regularmente, las víctimas de la delincuencia, es gente pobre y trabajadora. Aunque no estemos de acuerdo con estas acciones, al parecer, un sector de la juventud que delinque, crea desasosiego, y responde de esa forma.

Pero, aunque nos opongamos a la ocurrencia de acciones delictivas, al margen de lo que todo el mundo sabe sobre nuestra falta de políticas públicas certeras; esta juventud, resentida y vengativa, suele responder con robos con escalas, atracos y asesinatos a mansalva.

La juventud de hace décadas, respondía con movilizaciones de izquierda y otras acciones de protestas.  Ahora, ante ese vacío y la invaloración en la que hemos caído, hasta en lo musical; los de ahora, apelan a la violencia y a acciones deleznables.  Y parecería que nuestros gobiernos los estimulan.

Cuando la juventud observa que el poder privilegia a los denominados ‘popis’ y hay otra modalidad de depredadores del erario, y también, lo que podría denominarse como corruptelas sutiles de profesionales que nunca son enjuiciados; ésta, indignada, responde con actos delictivos. Así de simple.

El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside.

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