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sábado, abril 27, 2024

Apartheid en el Siglo XXI

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¿Por qué los regímenes totalitarios se han diferenciado de las “democracias” tradicionales al momento de combatir la rara y maléfica enfermedad del COVID-19?

Israel y Estados Unidos de Norteamérica tienen la palabra.

Israel avanza y propala según dicen, su manera ejemplar en el combate al COVID-19 en base a administrar vacunas. A final de marzo ha vacunado a más de la mitad de su población y los contagios van disminuyendo.

En Palestina, sin embargo, consecuencia del egoísmo de Israel, el COVID-19 está arrasando. Aumenta cada vez y los palestinos han advertido que ya no disponen de capacidad para dotar a nuevos pacientes de respiradores, porque se agotaron los 200 que tenían disponibles.

La razón de tal situación es que Israel se niega a vacunar a más de cuatro millones de palestino que tiene acorralados en medio de la disputa por la zona entre ambos intereses. Puro Apartheid, lo llama el Washington Post, en pleno Siglo XXI. Apartheid médico, le llaman. El mundo civilizado y democrático guarda silencio, sin embargo.

Mostrando una habilidad maquiavélica, Israel ha enviado algunas vacunas a Guatemala y Honduras, dos países que trasladaron sus embajadas a Jerusalén desafiando el derecho internacional.

Israel es un territorio en disputa que fue convertido en nación, en virtud de la caridad internacional asentada en la hipocresía de las Naciones Unidas. Israel nunca ha hecho caso a los dictámenes de la ONU.

Mientras los latinoamericanos que viven en el patio trasero como posesión de los Estados Unidos, ese principal poder material sobre la tierra, ignora que sus vecinos tienen que vacunarse como lo requieren los norteamericanos para no morir en el trayecto. Apartheid médico, también.

Estados Unidos retuvo millones de vacunas de AstraZéneca, pese a no haberlas aprobado, negándose a compartirlas con el resto del mundo, aunque no las usaba en su propio país, principal víctima en número de muertos en todo el universo.

Más luego, Estados Unidos autorizó enviar un total de 4 millones de dosis de vacuna AstraZeneca a México y Canadá.

Guerra

En Moscú, el Kremlin niega que Rusia y China estén enfrentados en la denominada guerra de vacunas, como ha dicho el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Éste acusa a chinos y rusos de desencadenar lo que llama una nueva guerra mundial, al tratar de influir en las relaciones internacionales entre países, mediante la necesidad de vacunas que tiene el mundo.

Macron con su afirmación es quien se está colocando de un lado de los intereses de las vacunas, las que debieran de ser un bien al alcance libre de la humanidad en medio de la pandemia de coronavirus. Eso es lo que afirman Rusia y China al diseminar su medicamento alrededor del mundo.

 

Todo ocurre sabiendo que la Organización Mundial de la Salud advirtió desde el inicio de la pandemia que se evitara convertirla en un asunto político.

Hasta la fecha, Rusia ha registrado tres vacunas contra el COVID-19: Sputnik V, desarrollada por el Centro de Epidemiología y Microbiología Nikolái Gamaleya en cooperación con el RDIF; EpiVacCorona, creada por el Centro de Virología y Biotecnologías Vector; CoviVac, producida por el Centro de Investigaciones y Desarrollo de Sustancias Inmunobiológicas Chumakov.

Las vacunas chinas son la Sinopharm, Cansino y Sinovac. Estas vacunas contra el coronavirus han sido servidas a bajo costo por los chinos a países como México, Chile, República Dominicana, El Salvador y Perú.

En Europa, Hungría fue el primer país de la Unión Europea que decidió vacunar con la Sinopharm de los chinos. También ha sido autorizada en Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Egipto, Jordania, Camboya, Irak, Morocco, Serbia, Pakistán, Seychelles.

La vacuna rusa contra el coronavirus, Sputnik V, llegó también a la UE, por vía de Hungría que comenzó a usarla.

Bruselas, hasta mediados de febrero había autorizado vacunas: la germano-estadounidense BioNTech/Pfizer, la estadounidense Moderna, y la anglo-sueca AstraZeneca, por vía de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que tenía también a la vista la alemana CureVac, la estadounidense Johnson&Johnson, y la franco-británica Sanofi/GSK.

La vacuna rusa Sputnik ha desatado mucha desinformación en la Unión Europea.

Sólo estamos al inicio de conocer las barbaridades puestas al descubierto por la pandemia del coronavirus.

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