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domingo, mayo 19, 2024

Reeleccionismo volvió cenizas PRD es ejemplo para PRM

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Todo parece indicar que los directivos y miembros del Partido Revolucionario Moderno (PRM), vendidos como herederos del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), ya olvidaron las fatales derivaciones de la mala práctica de las aspiraciones reeleccionistas de sus directivos.

Las mismas prácticas que generaron el divisionismo y convirtieron en cenizas los restos de ese otrora magnifico grupo político.

Refrescarles la memoria no vendría mal. A ellos, y al país. Porque es mejor que tome el historial perredeísta como el aviso de una guerra. Quienes lo tengan presente sobrevivirán.

Las crudas contradicciones a lo interno del PRD pueden recogerse en la simple cronología de las incidencias y torpezas más recientes, cometidas en los eventos para escogencia de candidaturas, en el 2003, con miras a las elecciones del 2004.

José Francisco Peña Gómez
José Francisco Peña Gómez

Memorizar tales circunstancias en que Hipólito Mejía forzó una reforma constitucional para lanzar una candidatura reeleccionista, parecería una crueldad. Estaban en pleno disfrute del Poder. Se servían a sus anchas con una mayoría controlando la Asamblea Nacional y acumulando un rastro de magníficas ejecutorias institucionalistas de su propio Gobierno.

Pura ceguera política

Hipólito Mejía, entonces presidente del país, por encima de toda lógica, se lanzó a una repostulación presidencial, contradiciendo de esa forma la historia de la democracia en el país, la misma del perredeismo, y la ideología forjada tras innúmeras luchas lidereadas por José Francisco Peña Gómez.

Hipólito Mejía
Hipólito Mejía

Una parte del PRD se agrupó en tomo a la reelección del presidente Mejía, mientras otra parte se manifestó opuesta a la misma. Como resultado, el PRD no pudo organizar unas elecciones primarias unitarias. A pesar de que el PRD era el partido político con mayores experiencias de elecciones internas.

En 2003, los reeleccionistas desconocían, o tal vez, por ello, que el PRD, arrastraba graves fallas organizativas y en su padrón electoral.

El PRD tenía un número excesivo de dirigentes en su cúpula directiva, como consecuencia del criterio de Peña Gómez, quien así, pretendía mantener una ilusoria unidad partidaria.

El Comité Ejecutivo Nacional perredeísta, alcanzaba los mil miembros. Esa masa directiva se hacía más que imposible para poder manejarla para que decidiera sobre cualquier asunto.

Lo mismo ocurría con su Comisión Política. A la cabeza de ese organismo partidario, había varios presidentes y más de diez vicepresidentes.

El PRD había sobrevivido con ese mismo cuadro intrapartidario en 1999, cuando se escogió candidato a Hipólito Mejía.

Pero, en el 2003, como candidato del PRD, las circunstancias políticas eran totalmente diferentes.

Con el PRD en el poder, y sobre todo la fracción de Mejía, denominada Proyecto Presidencial Hipólito (PPH), organizó toda una estrategia para lograr la repostulación de Mejía.

Decidieron caminar como el cangrejo

A pesar de que el propio presidente Mejía había proclamado en múltiples ocasiones que no se reelegiría obedeciendo a lo que se le imponía desde su partido.

La reelección de Mejía fue lanzada como un tropel. Fue modificada la Constitución de 1994 que la prohibía y que había costado tanto sudor y sangre al perredeismo.

Al PRD dominando la Asamblea Nacional le fue fácil pasarle el rodillo a la Constitución.

En ese propósito se le anexaron grupos de oportunistas del PLD y del PRSC. El 25 de julio del 2002, se le cambió a la Constitución el artículo 49, para establecer que “el presidente de la República podrá optar por un segundo y único período constitucional consecutivo, no pudiendo postularse jamás al mismo cargo, ni a la Vicepresidencia de la República”. Volaron del texto, asimismo, los colegios electorales cerrados, conquista lograda por Peña Gómez, en la modificación a la que se obligó a Joaquín Balaguer, en 1994, en medio de la algarabía popular.

En abril del 2003, Mejía hizo que a lo interno del PRD temblara la tierra.

Como los protagonistas de aquellos tristes eventos suscitados por el reeleccionismo pululan, casi todos, en el PRM, le sería fácil desbaratar a ese partido, en base a su inveterada práctica.

Grupo de los 7

En aquella contienda interna de 1963, en el PRD surgió un primer grupo contradictor a la reelección de Mejía, al que denominaron Grupo de los 7. Los siete aspiraban a candidatura presidencial, y si es lógico suponerlo, también a la presidencia de la República.

Milagros Ortiz Bosch
Milagros Ortiz Bosch

En esta pandilla de los siete, todos aspiraban, igual que Mejía. Por eso se apandillaron en contra del presidente. No se percataban de que la fortaleza que exhibía en el Gobierno, dentro del partido no daba para tanto.

Hasta la misma vicepresidenta Milagros Ortiz Bosch, salió a la calle a contradecir la reelección. Se juntó con Hatuey Decamps, en ese momento presidente del partido.

Fue significativo que desde el PRD se emulaban las viejas prácticas del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), en lo que se refiere a aspiraciones desde la vicepresidencia. Balaguer las anulaba con pericia sorprendente.

Milagros Ortiz Bosch olvidaba, asimismo, que su tío Juan Bosch siempre sospechó de quienes estaban a su lado, y los eliminaba de su cercanía. Esta vez, Ortiz Bosch, desde la misma Vicepresidencia del país se desató en críticas contra su presidente Mejía.

Ramón Alburquerque
Ramón Alburquerque

En eso la acompañaban Decamps (fallecido), Rafael Suberví Bonilla, secretario general del partido. Y Ramón Alburquerque, curiosamente, en la presente ocasión del 2021, a los casi veinte años, defiende todavía, que él puede ser precandidato para 2024, en el PRM, para evitar una eventual candidatura reiterada de Luis Abinader, quien simula con maestría que obvia el tema, guardando sus reservas.

En aquel 2003, también estaban en el grupo de los siete, Enmanuel Esquea Guerrero, Rafael Flores Estrella (fallecido) y para asombro de todos, también estaba el padre del actual presidente de la República, el político José Rafael Abinader (fallecido).

Otros dirigentes del PRD se sumaron a las aspiraciones de Mejía. Estos se parapetaron en el denominado y aún vigente Proyecto Presidencial Hipólito (PPH).

Mientras, el Grupo de los 7, hacía esfuerzos para disuadir a Mejía, y propusieron realizar un plebiscito para que “las bases del partido decidan”.

El PPH lanzó la opción de unas primarias o convención electoral interna. Para ganar la candidatura había que obtener más de la vitad de los votos. Si no había decisión, los dos más votados irían a una segunda vuelta.

Primera propuesta

El pleito en un mismo gallinero estaba cazado. Se fueron a un plebiscito anunciado por Decamps y Suberví, en nombre del Grupo de los 7, para determinar si las bases del partido querían cambiar la doctrina de la anti reelección. También dijeron que presentarían un candidato unitario.

El PPH, compactado en el Frente Agropecuario del partido impugnó el proyecto de plebiscito por ante la Junta Central Electoral, organismo que rechazó la impugnación ya que no había objeción legal ni estatutaria en el PRD, para tal evento.

Suberví, dos días antes del plebiscito, se desvinculó del propósito, restándose del Grupo de los 7. Suberví buscaba quebrar la aspiración reeleccionista de Mejía, esperando que éste se la endosara.

Se realizó el plebiscito sin Mejía y sin Suberví y sus gentes. Triunfó con un 90 por ciento, el rechazo a la reelección. Con un 81% de los centros computados los votos a favor de la reelección sumaban 23,448 (7%), mientras que 318,817 (91%) la rechazaron, en ese plebiscito.

Mejía y el PPH insistían en su candidatura. Los antirreeleccionistas con Milagros Ortiz Bosch y Esquea Guerrero se desbandaron el Grupo de los 7, que ya eran sólo seis y lograron un pacto con Mejía y el PPH, sumando a Suberví.

Pero Decamps, presidente del PRD, seguido de Alburquerque, Flores Estrella y Abinader (padre), seguían rechazando la reelección que entendían violaba los principios del PRD.

Cada grupo convocó al Comité Ejecutivo Nacional que era un órgano multitudinario. Hicieron reuniones separadas. Cada grupo por su lado convocó elecciones primarias para escoger candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia del país. Ahí, sellaron la división del PRD.

Dos convenciones, dos primarias

La convención de los antirreeleccionistas presentó candidaturas de Decamps, Alburquerque y Abinader. Acudieron pocos participantes. Decamps se alzó con la candidatura, con 252,914, un 63.45% de 398,605 votos; Alburquerque, con 79.426, un 19.93% de los votos, y Abinader, con 66,265, un 16.62% de los votos, dijeron que hubo irregularidades que los perjudicaron en los resultados.

En las primarias de Mejía y otros reeleccionistas ocurrió la discordancia de que Suberví, Ortiz Bosch y Esquea Guerrero demandaron su posposición, porque decían se estaba excluyendo a 475 mil perredeístas, sacándolos del padrón, y que se estaba sumando a extraños que militaban en otros partidos y grupos. Mencionaron a Amable Aristy Castro, Donald Reid Cabral, Federico Antún Batlle, Daniel Guerrero, Aristipo Vidal, Rafael Chaljub Mejía y José Israel Cuello, entre otros. Decían que el PPH estaba organizando una trampa para vencerlos.

Estas primarias se fijaron para otra fecha en la que tampoco se realizaron. Suberví Bonilla, Milagros Ortiz Bosch y Enmanuel Esquea Guerrero en una carta al presidente Mejía le pidieron desistir de sus aspiraciones reeleccionistas para evitar grandes contradicciones nacionales y partidarias, y que, si no se les hacía caso, se ausentarían de las primarias internas.

Mejía y el PPH decidieron participar solitarios en el evento, pero la Comisión Organizadora lo suspendió de nuevo. Y empezó una nueva negociación para buscar consenso en el evento que se aplazó.

Esta falta de consenso, ha dicho Mejía, al día de hoy, que fue lo que lo impulsó a la reelección, porque se acababa el tiempo para tomar una decisión. Mejía, en distintas  oportunidades se ha mostrado arrepentido por aquellos errores, y dicen que no debió de ocurrir así.

En manos de la JCE

Los distintos grupos protagonistas de tan triste espectáculo habían colocado su suerte en manos de la JCE, buscando legitimar sus posiciones.

La JCE legalizó la reunión que había sido convocada por Hipólito Mejía, Milagros Ortiz Bosch, Rafael Suberví Bonilla y Emmanuel Esquea Guerrero y declaró nula la convocada por Hatuey Decamps.

Y no sólo eso, sino que ese organismo se abrogó el derecho a decir quiénes eran los miembros del Comité Ejecutivo Nacional del PRD. Y determinó que ese organismo supervisaría la convención perredeísta.

La JCE invalidó la convención que eligió a Hatuey Decamps como candidato del PRD. Los seguidores de Hatuey De Camps recurrieron en casación contra este fallo por ante la Suprema Corte de Justicia. No hay memoria de lo que decidió ese tribunal sobre ese caso. Si es que la hay.

Lo que sí recoge la historia es que Decamps dejó al PRD y armó otro partido político con un toro negro como símbolo para la lucha. Ese toro negro nunca dio la talla, aunque sobrevive entre los pequeños grupos políticos del país.

Sigue la cosa

Como el PPH promovió su propia convención electoral, Milagros Ortiz Bosch, Suberví Bonilla y Esquea Guerrero acudieron a los tribunales para entorpecer la decisión de ese sector y de la Comisión Organizadora.

Hasta un senador de nombre Henry Sarraf se presentó con un proyecto para imponer la “ley de lemas” o del voto preferencial presidencial. Mejía y el PPH no lo objetaron, pero dijeron seguirían con su propia convención y primarias. En esas primarias, Mejía no tendría como competidor a ningún dirigente perredeísta conocido como aspirante presidencial, y se presentó con Frank Joseph Thomén como competencia. Mejía se alzó con la victoria en sus primarias.

El padrón base para esas primarias del PPH, se dijo contenía 1,765,466 miembros. Sólo participaron 653,052 que emitieron 639,850 votos válidos. Mejía fue el candidato del PRD para los comicios del 16 de mayo del 2004.

Los renegados en reelección en PRM

Los precandidatos que armaron el desolladero interno en el PRD acudieron en apoyo de la candidatura de Mejía. Suberví Bonilla ostentó la candidatura vicepresidencial junto a Mejía; Milagros Ortiz Bosch, quien era la Vicepresidenta del Gobierno, Alburquerque y José Rafael Abinader promovieron, entonces, la reelección de la que habían renegado en el PRD de José Francisco Peña Gómez.

Hatuey De Camps mantuvo su oposición a Mejía durante toda la campaña. Esquea Guerrero no se sumó a la campaña de Mejía, pero en ese momento no lo cuestionó públicamente.

La fragmentación subsiguiente del PRD, en una coyuntura histórica en que estaba en el Poder convirtió a ese partido en pura ceniza. Perdió el Poder, en 2004. Todo degeneró en un penoso clientelismo y populismo, ya conocido.

Lo que ha sobrevenido lo conoce la mayoría de la población dominicana. Las eternas aspiraciones presidenciales de Milagros Ortiz Bosch, su trabajo tendenciado, todo el tiempo, hasta desmigajar toda la herencia de Peña Gómez. Ido Hugo Tolentino Dipp, de prístina memoria e infatigable lucha democrática, sólo queda el testimonio de la sociedad.

Han arribado al Poder con un grupo de rara ascendencia aprisionado por ricos empresarios, del que está surgiendo, nueva vez, el fatal grito de la reelección, totalmente destiempo y contra la historia. Para reproducir los mismos desaciertos ilógicos y mortificantes.

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