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domingo, abril 28, 2024

Propaganda y miedo:  del muro de Berlín a la OTAN

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¿Quién recuerda aquella juramentación de Elvis Presley, ese mismo, el guitarrista buen mozón que hacía delirar a tantas mujeres?

A Presley le tomaron juramento solemne en Memphis, Tennessee, en 1958, para enrolarse con fe y lealtad para los Estados Unidos de Norteamérica, y enviarlo a Alemania Occidental a fortalecer, junto a miles de jóvenes de ese país, el ejército naciente de la Organización del Atlántico Norte (OTAN). Presley serviría en la una unidad de tanques de la tercera división blindada norteamericana. Los estadounidenses recuerdan a su soldado Presley. Los fans del cantante también lo recuerdan como el veterano prisionero de las drogas, como están siete de cada diez veteranos de tantas guerras que retornan a su país y pueblan las calles de norteamérica de manos de los médicos siquiatras. Las guerras dejan esos, entre otros estragos.  A pesar de lo festivos y liberales que son nos gringos para celebrarlo.

Nacía la OTAN para defender en la línea del frente de Alemania Oriental lo que fue la famosa Cortina de Hierro, el Muro de Berlín, símbolo de la incomprensión y fomento del miedo en el mundo de los seres humanos.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ya cumplió 73 años. Durante la Guerra Fría la organización militarista tenía como meta clara enfrentar el socialismo de la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia, surgido en mayo de 1955, seis años después de la OTAN. Hoy se dice que la Guerra Fría ¿terminó hace más de 30 años? La OTAN sigue teniendo, pese a lo obsoleto de sus fines, la misma meta guerrerista y unilateralista.

La OTAN se ha expandido contra viento y marea. Hoy tiene 30 países miembros, 10 de los cuales son ex miembros del Pacto de Varsovia. Esperando el paso del conflicto armado entre Ucrania y Rusia, OTAN está en labores de reclutar otras dos naciones para completar las 32, y chuparles sus presupuestos para el armamentismo y el miedo.

La memoria de Mikhail Gorbachev y su carpeta de promesas anti expansivas limitativa de la OTAN, ya no sirve para nada. Eso es, en resumen, la esencia de la guerra OTAN-Rusia, representada de manera trágica en Ucrania.

A lo largo de los años, la OTAN ha llegado a violar innúmeras veces su propio Tratado de 1949: “Las Partes se comprometen, según lo establecido en la Carta de las Naciones Unidas, a resolver cualquier controversia internacional en la que puedan verse involucradas por medios pacíficos de tal manera que la paz, la seguridad y la justicia internacionales no estén en peligro, y a abstenerse en sus relaciones internacionales de la amenaza o el uso de la fuerza de cualquier manera incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas».

El motivo era meterles miedo a los rusos. Un miedo duradero, siempre que se pudiera. De un lado Occidente, los aliados, británicos y franceses, narigoneados por los norteamericanos. Del otro lado, los rusos. Ambos bandos aterrorizados ante la existencia de la bomba nuclear en ambos lados.

Walter Ulbricht y Nikita Khrushchov hablarían de acuerdos en medio de los recelos, en busca de un tratado de paz. El tratado de paz violado desde antes de nacer. Por lo de siempre, ya que, desde Washington, Ike Eisenhower no entendía el asunto tan bien de sencillo que no fuera un tira y hala. Ike haría que Khrushchov viajara a Washington. Estos jefes siempre han creído que todo se resuelve con los viajes de intercambio turístico, mientras exhiben las armas de grueso calibre.

¿Para qué reunirse en París para una nueva cumbre, si los norteamericanos fueron sorprendidos en su vieja y obligada práctica de espiar a los demás, mientras simulan las negociaciones? Estados Unidos de América nunca ha creído en los pactos, a no ser para violarlos.

Todo se hacía difícil mientras ese mundo avanzaba hacia una competencia económica bajo la sombra de la sentencia norteamericana de que el socialismo había que liquidarlo en todo el mundo.

Las elecciones son eventos que siempre están prestos a caer sobre las crisis. Ike Eisenhower sería reemplazado por John F. Kennedy quien promovería a todo vapor su mundo de la libertad, según su limitado juicio. Reunión en Viena, con Khrushchov, y como todo gobernante de su país, en pocas semanas estaría promoviendo y fracasando en una invasión en Bahía de Cochinos a la Cuba de Fidel Castro, una hijastra de los rusos. Luego la crisis de los misiles instalados por Rusia en Cuba. Y esa es otra historia.

Berlín, Alemania, no fue más que una crisis que crecería sobre la alfombra del miedo entre unos y otros. Ira, temores, remordimientos, incompetencias y la fuerza militar para imponer o contener todo eso. Había nacido el muro de Berlín, nunca se ha sabido si por disposición o con la anuencia de Khrushchov.

Estaba naciendo un líder, sin embargo, de nombre Willy Brandt. Esa, también es otra historia.

El muro de Berlín sería recogido por la historia como la culminación de una irracionalidad entre lideres poderosos pero incompetentes. Y como la definición duradera de hasta dónde había llegado el miedo fomentado por los norteamericanos con la llamada guerra fría, deslindando a los malos y apartándolos de su territorio de influencia en donde ellos ubicaron a los buenos.

Hoy, tenemos una buena cosecha de aquello que fue más que una mera intención. Fue una decisión que escondía mucha maldad. Y si no, hágale una radiografía al historial perverso de la OTAN y sua principales patrocinadores. (Trabajo elaborado con materiales de distintas fuentes).

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