Joseph Goebbels el genio alemán de la desinformación en tiempo de guerra, nunca imaginó que sus mañas y manías serían copiadas y reproducidas por sus enemigos, los enemigos de la Alemania fomentadora de las guerras más sanguinarias ocurridas en contra de la humanidad.
El gran laboratorio de mentiras en que se ha convertido el tinglado de corporaciones de fake news norteamericano mantiene en un estado de ceguera a su propia sociedad. Sobre todo, a la juventud de esa gran nación, una de las juventudes más ignorantes de todas las escuelas del globo, pese disponer de los máximos instrumentos modernos de comunicación social y tecnológicos.
El maleficio del que estamos hablando tiene su origen en Estados Unidos y Europa, pero está arropando otras zonas como los propietarios de medios y gobiernos, en las dóciles colonias latinoamericanas que se someten al yugo de los condicionamientos.
Occidente y su OTAN podrían llevarse grandes sorpresas en la medida en que nos adentremos en la confusión. Como se las llevaron los alemanes, sus aliados y Adolph Hitler, quien debió culminar en el suicidio en medio de una sicosis de drogadicto consumado, lleno de miedo.
El público de la Unión Soviética debe estar repasando las lecciones de Stalingrado, cuando los alemanes se sumergieron en su peor experiencia de sangre, en una batalla, siendo derrotados de manera ejemplar no por el dictador Iósif Stalin Stalin, sino por la población de gentes de la gleba y las mujeres rusas que decidieron defender su patria.
¿Por qué ingleses y norteamericanos no enseñan a sus juventudes que, junto a Stalin, después de Stalingrado, terminaron la guerra fulminando a Alemania? ¿La ignorancia de la historia hará que las nuevas generaciones de estadounidenses, de alemanes y de ingleses, crean que Rusia es capaz de convertir a Ucrania en la nueva Dresde?
Ya uno no sabe si Hitler ha resucitado en algún anciano balbuciente y medio demente, recreando sus sueños de destrucción total, como servil de los grandes emporios económicos mundiales y productores de armamentos mortíferos.
¿Aprendieron las lecciones de Goebbels después de Dresde? ¿Aquel Goebbels que se inventó la fábrica de aparatos de radio para regalar a toda la población, que solo captaban la emisora de Hitler, y ese era el que había que utilizar?
Ucrania sería destruida por los rusos, a juzgar por a llamarada de falsa información. Pero, quien destruirá a Ucrania será ¿Alemania, la OTAN, Estados Unidos? Después de la catástrofe, ¿quién será el Hitler que se suicidará, en Estados Unidos, en Occidente, o en Rusia?
Es en aquellos ancestros en los que tiene su origen el amago de tragedia de hoy que no nos deja ver con claridad la manipulación de la guerra sicológica a que el mudo está siendo sometido, impidiendo que se sepa la mentira y la verdad, en nombre de una libertad en la que nadie cree.
Eso. Debemos ser arrogantes preservando el único derecho que nos dejan. El de creer o no creer, según el grado de inteligencia que nos permitan.
Ese bombardeo en Dresde, considerada la meca de la cultura alemana de la época, no tocada por la gran guerra, hasta entonces, fue la víctima por parte de la Royal Air Force (RAF) y las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos (USAAF), entre el 13 y el 15 de febrero de 1945. Eso fue controvertido.
El centro de la ciudad de Dresde fue destruido en gran parte. Las bajas oscilaron entre 18.000 y 25.000. Pero Goebbels difundió al mundo que fueron 250,000. Le agregó un cero y lo dijo.
Siempre se ha señalado cómo los norteamericanos y aliados ingleses fulminaron una ciudad plagada de civiles. Se perdía de vista que Hitler y los alemanes venían asediando al mundo con una guerra incesante, sin sentido, cruel, y maniática.
¿Quiénes serán los terroristas, los promotores del desastre, o los autores del desastre? ¿Sobrevivirá alguna prensa neutral para contar la realidad, cuando ya sea tarde? La historia se repetirá. ¿Cómo comedia, como tragedia, o como farsa?
