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sábado, mayo 18, 2024

Dicen existe arrogancia racista en ayudas para el mísero Haití

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Hay una tendencia arrogante a ignorar las causas fundamentales de las protestas populares que escenifican los barrios más pobres de Puerto Príncipe y otras zonas poblacionales haitianas.

Por lo menos, eso cree Laure-Sully, al delinear una publicación a la firma de Roberto Rotberg, en reporte especializado para The Globe and Mail, en la que afirma que “la única forma de salvar a Haití es ponerlo bajo el control de la ONU”.

En la tal publicación se afirma, terminantemente, que “la competencia de pandillas y la violencia han bloqueado el principal puerto del país, paralizando el suministro de combustible a los generadores de electricidad y, por lo tanto, sumiendo a Puerto Príncipe, la capital, en la oscuridad”.

Queda claro, así, que lo más importante a informar al mundo es que el principal depósito de combustible de Haití, está bloqueado por una pandilla, que, dicho sea de paso, se ha declarado revolucionaria y que dicen sus acciones armadas van en favor de los pobres.

Las opiniones de Robert Rotberg trascienden porque es el director fundador del programa sobre conflictos intraestatales de la Escuela Kennedy de Harvard, y ex miembro sénior de CIGI y presidente emérito de la Fundación para la Paz Mundial.

Todo lo que dice Robert Rotberg, para Laure -Sully es precisamente lo que ella entiende como “esta tendencia arrogante de ignorar las causas fundamentales de las protestas haitianas, en donde se resume, como un excelente ejemplo de lo que es el complejo del salvador blanco”.

Laure-Sully es miembro del Consejo Asesor de The Canada Files, y ha sido organizadora comunitaria en La CLES, un centro de apoyo para mujeres y niñas explotadas sexualmente. Estudió antropología y salud pública, obteniendo una maestría en ciencias biomédicas de la Universidad de Montreal. También ha trabajado como coordinadora de investigación en hospitales y como asistente social psicosocial en un centro de crisis por violación. Publica materiales en The Monitor, Le journal des Alternatives y Nouveaux Cahiers du Socialisme.

Laure-Sully se apoya en los conceptos emitidos por la economista haitiana Camille Chalmers en una reciente entrevista para France 24: “Las intervenciones extranjeras han agravado la crisis social en Haití al debilitar las instituciones estatales y aumentar la dependencia del país de entidades extranjeras. Los llamados a la intervención extranjera son una instrumentalización de la última agitación en las calles de Haití. Estos llamados tienen como objetivo legitimar a las potencias autocráticas y extranjeras en Haití”. Sería el resumen concluyente de la Chalmers, en opinión de Laure-Sully.

Se recuerda que “lo que queda del Senado haitiano ha pedido que se aplace la solicitud de intervención militar de Ariel Henry. Y que varias organizaciones, incluidos miembros del sindicato y ex soldados del ejército haitiano, han calificado la solicitud de Henry como alta traición. Mientras grupos activistas de la nación caribeña han denunciado la solicitud y han llamado a la movilización popular contra el gobierno de facto y contra la injerencia extranjera.

“Los manifestantes en las calles de varias de las principales ciudades haitianas llevan pancartas que dicen «Abajo el Core Group». También que la BSA, miembros del comité de seguimiento del grupo del acuerdo de Montana, ha estado trabajando en la redacción de soluciones haitianas a los problemas sociales, políticos y económicos del país, y han condenado la solicitud de intervención militar extranjera de Ariel Henry como inconstitucional.

A todo esto, sin inmutarse: el Ministro de Relaciones Exteriores de Canadá, el Ministro de Defensa Nacional de Canadá, el Secretario de Estado de EE. UU. y el Secretario de Defensa de EE. UU. emitieron su declaración conjunta el 15 de octubre, en la que informan la llegada de los equipos de seguridad “vitales” entregados al gobierno de facto haitiano, para ayudar a la Policía Nacional de Haití.

Luego de esa declaración conjunta, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, tuiteó que Estados Unidos y Canadá están comprometidos en ese apoyo armado, y que ambos países “seguirán apoyando el restablecimiento de la seguridad en Haití”.

En el proyecto de la Organización independiente a la que pertenece Laure-Sully, se preguntan qué ¿cuál ha sido el resultado del apoyo de Estados Unidos y Canadá hasta ahora?

Y se responden, recordando que Estados Unidos tiene una larga y sombría historia de interferencia en los asuntos haitianos.

La mayoría de los haitianos conocen muy bien la ocupación estadounidense que duró desde 1915 hasta 1934 y que, de manera similar a los acontecimientos de hoy, siguió al asesinato del jefe de estado haitiano, el presidente Vilbrun Guillaume Sam.

Esos 19 años de ocupación estadounidense resultaron en el robo de toda la reserva nacional de oro de Haití por parte de Citybank y la muerte de miles de haitianos. También puso fin a las aspiraciones democráticas bajo el régimen respaldado por Estados Unidos.

El doctor Dr. Peter James Hudson, informaba en 2012, en la publicación “Informe de la agenda negra”, el papel de Citigroup en la violación de Haití. “El banco exigió que Washington enviara tropas para “estabilizar” el país, fantaseando que los haitianos darían la bienvenida a los marines. “Los haitianos lo vieron como un robo, puro y simple, e indicativo de una creciente amenaza a la soberanía de la república”. Las tropas estadounidenses “pacificaron” el país, matando a miles durante una ocupación de 19 años”.

La historia de Citigroup en Haití se recuerda como uno de los episodios más espectaculares de la diplomacia del dólar estadounidense en el Caribe y como un ejemplo atroz de funcionarios en Washington que trabajan a instancias de Wall Street , afirma el doctor James Hudson. Robaron 500 millones de dólares que eran propiedad del gobierno y del pueblo haitianos, mediante transacciones amañadas, con el respaldo de los militares norteamericanos intervencionistas, y del Departamento de Estado norteamericano.

Aunque la participación de Canadá en Haití es mucho más reciente que la de Estados Unidos, en lo que respecta a los objetivos declarados de restaurar la seguridad o la democracia, también ha resultado desastrosa.

Aunque la participación de Canadá en Haití es mucho más reciente que la de Estados Unidos, en lo que respecta a los objetivos declarados de restaurar la seguridad o la democracia, también ha resultado desastrosa, dice esta analista investigadora.

Recuerda que hubo una iniciativa, entre el 31 de enero al 1 de febrero del 2003, en Otawa, sobre Haití, cuando diplomáticos blancos se reunieron en el complejo gubernamental en Gatineau, para determinar el futuro de Haití. Allí se concluyó que el entonces presidente legítimo haitiano, Jean Bertrand Aristide debía de ser derrocado y que Haití debía ser colocado bajo tutela de la ONU, con una nueva policía y reinstalar las fuerzas militares. Así se hizo. Lo que Trudeau propone ahora para Haití, ya Canadá lo hizo con resultados funestos.

La conducta de las compañías mineras canadienses en Haití, es una rutina de explotación inmisericorde, ya que las mismas poseen derechos en las minas de oro haitianas en varias regiones de ese país.

Un informe de la plataforma de organizaciones e individuos haitianos comprometidos que se denomina Justice in Mining Collective preconiza que la aparente abundancia de recursos minerales en Haití, es una maldición. Pero los medios de prensa de Canadá y Estados Unidos sólo difunden engaños a la opinión pública. Como ahora, que sólo se presentan noticias sobre Haití, en las que el protagonismo lo llevan la violencia de las pandillas y las peticiones de que se lleve hasta tierra haitiana una intervención militar para que continúe el desastre y la miseria de ese pueblo.

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