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domingo, abril 28, 2024

Reflexión histórica

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El autor de esta columna, Carlos T. Fernández y Vladimiro Blanco fuimos apresados en la vivienda de las hermanas Aleyda y Eva Fernández por el coronel de la Policía Nacional, Ventura Jiminián acompañado de tropas especiales.

Aunque las hermanas no estaban en la vivienda en la mañana del día 8 de febrero de 1971, porque se encontraban en sus respectivos trabajos. Aleyda en el diario vespetino Ultima Hora y Eva en la Secretaría de Salud Pública, sí habían autorizado que los tres hombres tuviéramos una reunión para redactar una nota de prensa destinada al periódico conservador Listín Diario.

En ese tiempo gobernaba Joaquín Balaguer que era ultraderechista y los tres hombres éramos miembros de una organización denominada Movimiento Popular Dominicano y las hermanas eran colaboradoras. Esa organización estuvo dirigida por Maximiliano Gómez (El Moreno) asesinado en Bruselas el 23 de mayo de 1971. Junto a él se encontraba la viuda de Otto Morales a quien las fuerzas policiales le quitaron la vida el 16 de Julio de 1970.

Este último incidente no ha sido despejado completamente porque el envenenamiento con gas que se hizo de la habitación donde se encontraban El Moreno y Miriam solo mató a Maximiliano.

La reacción de parte de la dirigencia del MPD, fue envolver a Miriam en el asesinato y posteriormente descuartizaron a Miriam.

Todo esto parece una novela de ficción, pero desgraciadamente fue real y podría caer dentro de la 3ra. ley de Newton de que toda acción provoca reacción.

En 1959, en el Caribe aparece Cuba como muestra de avance de la Unión Soviética en polaridad con USA.

Estados Unidos reacciona y ataca a todos los signos de fuerzas de izquierda y en ese tiempo el MPD, parecía haber ganado respaldo del pueblo, mostrando capacidad de movilización y acciones de carácter revolucionario.

Está por demostrarse si Miriam fue o no parte de la trama, que parece fue hilvanada por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, en la cual también aparece la posible presencia del sexo, como si estos hechos surgieran de la mente de un novelista.

En nuestro caso, la reacción del lado derecho de esta polaridad se mostró en que los seis que ocupamos la vivienda fuimos acusados de que los tres hombres aparecíamos como poseedores cada uno de armas de guerra y que planificábamos el secuestro de hijos de oficiales de las Fuerzas Armadas y de diplomáticos.

Eso determinó la prisión de los seis y las mujeres fueron deportadas dos meses después y los hombres un año más tarde. La pobre Carmen Santos, la doméstica de la vivienda fue liberada semanas después del aparatoso teatro de fuerzas.

¿De qué sirve este relato en el presente?

En mi próximo artículo lo diré.

 

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