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viernes, mayo 3, 2024

Los prejuicios hacen mal

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El diputado Eugenio Cedeño, por la provincia La Romana representando al Partido Revolucionario Moderno está buscando simpatías con la alarma de que el Congreso Nacional pudiera reconocer que los homosexuales son personas normales. Más aún le atribuye la intención de imponer la homosexualidad como una conducta obligatoria.

Eso no tiene otro propósito que buscar el apoyo entre las personas más ignorantes, que obviamente son la mayoría víctimas de los prejuicios, que como la palabra sugiere se forman juicios antes de conocer a fondo algún tema.

Ninguna universidad o centro del conocimiento, con algo de prestigio en el mundo, acepta que la homosexualidad sea una enfermedad o un delito. Es más, en las 26 naciones que componen la Unión Europea, está prohibido discriminar a las personas, en el empleo, en los salarios, o en los derechos de las personas por sus inclinaciones sexuales.

Si Eugenio Cedeño fuera chofer de carro público yo no escribiera este artículo, pero este personaje tiene la posibilidad de hacer leyes para los 11 millones de dominicanos.

Se estima que entre el 5 y 7 % de los habitantes del planeta tienen inclinaciones homosexuales. O sea, habría unos 480 millones en la Tierra y  600,000 en República Dominicana. Soy padrastro de uno. Su madre   ni su padre biológico tuvieron que ver  con la condición de él y desde luego ni yo tampoco. Lo que sí puedo decir es que en las más de cuatro décadas que lo conozco, si vi la discriminación a que fue sometido en la escuela. Es más,  yo tuve que hablar  con su  padre biológico  a petición de mi hijastro para que dejara de presionarlo a que se vinculara a una mujer.

En esas cuatro décadas vi desarrollarse una persona con cualidades e inteligencia humanas de primer orden que no guarda ningún rencor contra aquellos que no lo comprenden exactamente lo contrario de lo que predica una persona tan importante como un diputado del Congreso Nacional.

Ninguno de nosotros, que no somos homosexuales, decidimos por voluntad tener inclinación por el otro sexo. Tampoco los homosexuales pasaron por ese proceso. Acusarlos de algo es exactamente la misma injusticia que sería acusar a los descendientes de África de no tener el mismo perfil de las narices de los alemanes.

Yo me atrevería advertirle al diputado que algún descendiente de él será homosexual en las décadas futuras y él no podrá hacer nada por evitarlo no importa cuántas leyes promueva ahora.

 

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