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viernes, mayo 3, 2024

Es lamentable postergar esa necesaria reforma 

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José Horacio Rodríguez es uno de esos jóvenes electo diputado en las elecciones del 2020 – en un ambiente político envuelto bajo la consigna del Cambio, y aunque él estaba al margen de la tutoría de ese slogan- convocó sobre sí mismo esperanzadoras expectativas como posible protagonista de la aspiración que se tiene de los congresistas para que, por lo menos, asuman con más responsabilidad su trabajo, desempeñen con mayor eficiencia su labor y actúen con mejor comportamiento frente a quienes los eligieron, ante la sociedad y en la política, que es su quehacer.

Postulado por Alianza País, y asumido por sectores como parte de lo que debe y tiene que ser el accionar político, alcanzó el cargo tras una laboriosa jornada de jóvenes que durante varios días se involucraron en una laboriosa lucha para validar cada uno de los votos conquistados a la acechanza electoral, que, validada por una pervertida práctica que se presume “ habilidad política” ha tergiversado resultados electorales que casi siempre afectan a quienes se arriesgan a participar postulando como bandera la transparencia del proceso, respetando las reglas del juego y acogiéndose a la legalidad.

En su desempeño legislativo, José Horacio se ha caracterizado por ser consistente en cuanto que los proyectos de leyes que llegan a la Cámara Baja sean sometidos al escrutinio pertinente de quienes tienen esa responsabilidad, de que antes de convertirlos en leyes satisfagan los requisitos legales, que respondan a una necesidad social y contribuyan a la mejoría institucional del país, para beneficio de la mayoría de la gente, garantizando la justeza de sus propósitos y respetando los derechos y deberes de los involucrados.

Aunque se distingue su participación, esa ha sido insuficiente para “ contagiar” a la mayoría de sus colegas, afectados por otras agendas en las que los intereses partidarios y grupales, la irresponsable inconsecuencia y otras causas han convertido a este congreso, en particular a los diputados, en uno de los más ineficientes, ineficaces e improductivos, desinteresados de los temas de importancia capital para fortalecer la institucionalidad y garantizar derechos, tal el código penal y las tres causales, la revisión de la ley de seguridad social, entre otros.

Ahora, “ al echarse la paloma” , José Horacio en esta ocasión postulado por Opción Democrática, y como agenda de un posible nuevo período, plantea un tema peliagudo: reducir en 50 los miembros de la Cámara de Diputados (190 actual, resultado de la elección de uno en representación de hasta 50 mil habitantes), eliminar las exoneraciones de lujos que reciben, y otras canonjías que convierten los convierten en privilegiados en una sociedad caracterizada por una vergonzante inequidad.

Lograr esas conquistas ahora parece muy difícil y plantearlas luce como extemporáneo, tomando en cuenta la arrogante y cómoda situación de privilegios de los posibles afectados, y más, que serían ellos mismos los que tendrían que producir ese cambio, a través de una reforma constitucional, que por ahora es impracticable, y, si a alguien se le ocurriera, de seguro que la pretenderá en otras dimensiones que el futuro cercano descarta y la sociedad tiene que limitar.

En ese ambiente, la propuesta de José Horacio tendrá que aplazarse, y más propicio es este tiempo para asumir tareas que comprometan a más candidatos a ser mejores congresistas, que estén conscientes de que el desempeño del congreso es una vergüenza para la institucionalidad, que ya se necesita cambiar!

 

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