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sábado, mayo 18, 2024

Entre confusión y temores

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En otros textos he planteado que el internet y las redes sociales que lo diversifican han venido a cumplir con aquella demanda del Nuevo Orden Informativo, que con mayor énfasis desde los años 80/90 del pasado siglo propuso la Unesco como vía para hacer del acceso y la participación en la comunicación una política pública que beneficiara a las grandes mayorías, entonces marginadas de lo que se entendía– y todavía lo es- un derecho ciudadano y una responsabilidad social de los medios de comunicación. Ya el acceso es una realidad y la participación, con todo y la brecha digital, son “pan de cada día”, que a decir de Ignacio Ramonet – de los estudiosos más conspicuo del fenómeno, las redes “son una auténtica democratización” que “han multiplicado al infinito las capacidades de manipulación de las mentes”.

Vuelvo sobre el tema porque en los últimos días, en diferentes redes han proliferado tres videos sobre momentos y hechos que tienen en común la presencia de haitianos en el país: dos de ellos presentan a mujeres haitianas en situaciones incómodas, una bañándose en una transitada esquina del polígono Central y la otra defecando en una calle no identificada, y el tercer video, mostrando una hilera de vehículos cubiertos con lonas que llevan a decenas de haitianos -que se suponen indocumentados- hacia la frontera en vía hacia Haití. Los de las mujeres buscan exacerbar el paroxismo y el de los camiones busca alcanzar ese “paroxismo histérico” que tanto persiguen los dominicanos anti-haitianos, que es, increíblemente, casi la totalidad de la población.

Los de los camiones, -que me recuerdan vehículos similares en los que durante el Holocausto transportaban a los judíos (primero, y después fueron también muchos otros/as) cuando ya los trenes no daban abasto- es aplaudido en esas mismas redes con un entusiasmo y fervor que ojalá se produjera ante otras de las tantas carencias sociales que acogotan a la mayoría de los dominicanos, esa mayoría que desconoce, o que a propósito pretende ignorar, que la presencia de haitianos en el país es una necesidad, pues son imprescindibles en todas y cada una de las actividades económicas en las que participan, y que sin ellos no se realizarían.

Indiscutible es que cada país tiene el derecho y la potestad de diseñar, establecer y administrar su política migratoria, que es una prerrogativa irrenunciable, pero tomar solo eso en cuenta muchas veces propicia situaciones y acciones que desconocen la realidad social, anulan la solidaridad y decencia humanas y se prestan para abusos y arbitrariedades que llevan a desafecciones y establecer distancias. El presidente Luis Abinader, quien hay que reconocer está abrumado por las tareas que le han tocado en esta gestión, ha insistido en convencer a organismos internacionales y países en el compromiso de una solución adecuada a la crisis haitiana que garantice a ese pueblo otras maneras de vida y que permita un ambiente de convivencia más llevadero.

Esa prédica internacional de colaboración ha sido diferente a la aplicada a lo interno, donde se impone la hostilidad hacia los haitianos residentes en el país, es carente de solidaridad y respeto que postula la Socialdemocracia, y en cambio se ha decantado por asumir (o permitir) una actitud y un accionar deplorable, inhumano, que se regodea en sacar de un hospital público a parturientas por ser haitianas, montarlas en camiones y deportarlas sin agotar el debido proceso legal; permitir que hordas fanatizadas agredan a manifestantes en plazas públicas porque aquellos creen que son haitianos o que favorecen a ciudadanos de ese país, envalentonarse y decir que se incrementaran las deportaciones cuando en Haití la situación es incontrolable, resulta inhumano regresarlos en esos momentos, aún estén los mandatos legales y asista el derecho internacional.

Mi entrañable Morena Salazar, quien  radiografía los vericuetos del diario vivir dominicano con una agudeza y gracia envidiables, insiste en que “el poder” de los “Nazionalistas”, un miniminisculo grupito que se manifiesta a través de las redes sociales, pero que en la realidad no es capaz de reunir mil personas en una manifestación, ha doblegado al
Gobierno haciéndolo más conservador que en sus orígenes, una realidad que entiendo reduce las perspectivas de Abinader, lo suma a quienes pudieron ser – y de continuar así- no serán, y frustra esperanzas de que otra realidad es posible.

David Álvarez Martín, un articulista que es un oasis en ese erial que hoy es esa actividad en los medios de comunicación dominicanos, en un texto titulado “¿Cómo se fabrica un fanático?” sintetiza que estos son resultados de la “pobre educación y los grandes miedos”. Y tiene razón: cuando usted ve cómo se expresa una gran parte de los dominicanos en las redes si del tema haitiano se trata, confusión que afecta a un hombre de la calidad y categoría del doctor José Joaquín Puello, quien en otro video se expresa sobre las parturientas haitianas en los hospitales dominicanos, desconociendo el aporte ellos a la economía.Morena

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