Como en ocasiones anteriores, le doy mucha importancia a estos temas y ahora con nuevas autoridades electas en el país me siento más motivado a expresar mi parecer.
Sugerí la unión de las dos repúblicas. Pero en objetivos respecto a la isla. Existen precedentes geográficos tan contundentes como la Unión Europea que con 26 naciones y una sola moneda es ilustratorio de cuanto se puede lograr alrededor de determinados objetivos.
Me animo a proponer que como única isla con dos naciones independientes deberían asumir la foresta como objetivo común. No solo por razones energéticas y ambientales sino como plan para que en Haití se creen más fuentes de trabajo, sembrando árboles, para que se preserven los suelos, retención de humedad, sombras para animales y la industrialización de la madera.
No es una tarea solo de Haití. Estamos obligados a sembrar más árboles también, especialmente en zonas del país donde se ha practicado deforestación para quema de carbón y enviarlo a la vecina nación.
La prioridad está en el lado oeste de la isla de Santo Domingo, pero dejémonos de vivir de espalda a la otra nación porque la ignorancia es el enemigo de todo.
Un Haití desértico es un enemigo peligroso para nosotros como para ellos y si Jovenel Moise felicitó al triunfante Abinader y acompañó el mensaje de las banderas de ambas naciones. Es un signo que se puede aprovechar. El tema forestal es uno de los asuntos que deberían conversar los dirigentes de ambas naciones porque ambos son responsables frente a la isla y sus habitantes.
Ya he demostrado en otro artículo lo que hizo Etiopía sembrando en dos días 700 millones de árboles. O sea, no lo hizo Suecia, sino un país del mismo rango que Haití.
En este periódico escribí que República Dominicana tiene un 77% de su energía de origen fósil que se lleva el 17.47% de nuestras importaciones y en este nuevo escenario político es la oportunidad para que el nuevo presidente decida si está en la búsqueda de una nueva matriz energética.
Con el kwh solar a 3C de dólar mediante un plan coherente a mí se me ocurre sugerirle al nuevo presidente que es incierto hablar de desarrollo si nuestro país continúa siendo un país dependiente de energía fósil al nivel de ser el 4to. peor de los 22 de América Latina de más de 1 millón de habitantes. (no incluí las pequeñas islas del Caribe)
Ojalá que República Dominicana se proponga generar al menos 160 nuevos megawatts al año y que ellos sean renovables, porque eso sí es una zapata para el desarrollo, donde se pueden encontrar parte de los empleos perdidos en el COVID-19 y quizás otros más.
Es tiempo de preguntarse: ¿seguiremos importando carros como símbolo de progreso o estamos en la búsqueda de un nuevo modelo?
