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sábado, mayo 18, 2024

En Ruta a Cap Haitién VIII

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Para hacer menos serias las conversaciones le hace la siguiente propuesta a Solé:

Si no acierto en el tiempo en que cruzaremos la frontera me comprometo a entregarle 500 gourdes. Solé sonríe y le pregunta a qué  hora tomaremos el rumbo a Cap Haitién ya en Haití. Roberto calcula 4.5 horas desde Santiago pero le agrega algún imprevisto considerando que aún no han llegado a Montecristi le dice en 4 horas. En cierto modo apuesta a perder.

Solé que conoce la burocracia haitiana vió seguros los 500 gourdes. Roberto pregunta _y si yo acierto usted que me dá? Yo nada…bueno está bien pongo solo 100. Roberto entiende la mano para estrechar la de ella en señal de acuerdo. Ella también extiende la suya. Se las estrechan, pero Roberto no suelta la suya e intenta que ese encuentro se extienda lo más posible. Las manos tibias de ambos debieron estrecharse por 10 segundos. A Roberto cada segundo significó minutos. Aunque finalmente, Solé retiró la suya el lenguaje corporal mostró mucho más de lo que esa mujer misteriosa hubiera querido enseñar, pues sus párpados, de cerrados que estaban al momento del acuerdo, se abrieron muy lentamente.

El terreno de Montecristi es más árido y Roberto le comenta que los de esa parte del país le echan la culpa a Haití porque en lo que va de año se han muerto más de 600 reses de sed.

Ciertamente debería haber más lluvias, pero Roberto le comunica que en verdad Haití recibe unos 100 milímetros al año más que República Dominicana que son unos 1500, pero la tala de árboles impide la conservación y esas lluvias lavan los suelos en superficies montañosas.  al final hay menos lluvias en ambos lugares.

La muestra de conocimiento que Roberto ha ido comunicando a Solé tendrá consecuencias porque el crecimiento de la población que ha ocurrido sin que crezca la producción en la misma proporción al menos, esto va a estallar mal, le comunica. Le ha expresado que ella debería adoptar alguna acción ante la realidad de que en esos 26,750 km2 de Haití habían menos de 2 millones de personas, cuando se formó la república en 1804, pero ahora son más de 11. En los años del siglo XVII, le dice Roberto a Solé, se exportaba madera, reses, pieles, y los franceses en condiciones de esclavitud la convirtieron en la colonia más rica para ellos.

Roberto cree que es posible reorganizar ese territorio de una manera distinta a la actual y se empeña en decírselo a Solé en una especie de tabla de salvación porque teme una explosión.

Con la conversión de la cocaína en el negocio más lucrativo para los delincuentes, ellos han contaminado a todo lo existente, desde empresarios y políticos, jueces, y policías hasta los habitantes de los barrios más empobrecidos le dice a Solé. No es que crea que RD es un paraíso. El piensa que esas mismas condiciones existen en ambas naciones, solo que en Haití la fragilidad de las instituciones es mucho mayor. Pero que hay vasos comunicantes.

Solé ha empezado a ver su territorio de una manera distinta a cuando comenzó a estudiar su carrera de sicología. Lo que ella pensaba más paradisíacamente se le ha ido desmoronando y siente que no puede sustraerse a la combinación de un hombre inteligente y atractivo que usa las palabras con capacidad de penetración.

Esa isla que fue propiedad de España, de Francia, de Estados Unidos, de Inglaterra tiene un encanto y en algún momento debe ser dirigida por los más capaces de ambos lados, piensa Roberto y espera que sea esa mujer altamente atractiva se involucre en el destino de la nación vecina.

Continuará

 

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