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domingo, abril 28, 2024

Sesenta años con Rafael L. Trujillo en la memoria

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La presencia permanente de Rafael L. Trujillo en la mente del pueblo dominicano es la mejor muestra de que el pueblo dominicano es capaz de guardar sus vivencias en la mente.

El pueblo dominicano tiene recursos para retener sus vivencias en la memoria. Eso es un tesoro intangible.

Y eso es buenísimo. Ojalá eso, que es una virtud de la inteligencia del pueblo dominicano, guardar todo en la memoria, dure para siempre entre nosotros.

La memoria histórica permite a las personas recordar aquellos sucesos que vivieron en el pasado para recrear la ocurrencia de los eventos y conocer cómo cambiaron el sentido de la vida.

Es así como se puede tener una explicación de los sucesos del presente. Eso es un intangible componente de nuestra cultura.

Si Rafael L. Trujillo como gobernante fue un monstruo está bien que lo recordemos así.

Pero facilitemos que quienes creen que fue un monstruo tengan la oportunidad de mirar hacia atrás y tener las explicaciones a sus creencias.

Si el otro considera que no fue tan malo como se dice, también que tenga la oportunidad de averiguar y comprobar si tiene o no tiene razón en sus conclusiones y opiniones.

En el caso de Rafael L. Trujillo, personaje de tanta incidencia en la memoria de la sociedad, lo más importante es que su presencia sea permanente, y que el pueblo tenga la oportunidad de averiguarlo todo. Lo que dicen sus enemigos. Y también lo que conocen y dicen los demás.

Si algo falta en la República Dominicana es que nos permitan conocer la historia. Porque el conocimiento pleno de la historia es parte esencial de lo que llaman la moral social. Y parte de nuestra cultura.

Mientras, sintámonos bien recordando que el paso de Rafael L. Trujillo como protagonista de nuestra historia fue una maldición.

Pero vayamos a las causas que originaron a Rafael  L. Trujillo. Que se nos permita conocer cuáles fuerzas lo mantuvieron.

Sólo así, seremos capaces de entender la realidad de la que hoy somos nosotros los protagonistas. Ya que somos los responsables de lo que recordarán de nosotros las generaciones inmediatamente futuras.

Gracias al Señor, porque ya Trujillo no es el Jefe. Y gracias también, porque somos capaces de retenerlo en la memoria, y como dicen, “darle mente a esa desdicha”.

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