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sábado, abril 27, 2024

Aunque se vista de seda, la mona, mona se queda

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En La Nueva Barquita, esa maravilla habitacional que costó una inversión estatal de miles de millones de pesos con el objeto de rescatar a familias de las orillas fétidas del río Ozama, parece que no todo anda bien, al cabo de cuatro años.

El proyecto podría ser una joya a exhibir, pero son los residentes rescatados de la marginalidad habitacional, quienes testifican en forma mayoritaria, que, en cuanto a vivienda, están muy mejor. Tienen techo y dejaron atrás las letrinas de los traspatios.

Lo que pasa es que el poder adquisitivo no llega hasta los residentes de la Nueva Barquita. Siguen sin tener con qué caerse muertos. No tienen ingresos. Y encima de eso, el cura católico que es el jefe del lugar, quiere que todo el mundo allí, pague mil pesos por el mantenimiento de la obra que se les entregó.

Y mil pesos para quien no tiene nada, para quien no tiene ingresos, está viejo y enfermo, o sobrelleva una familia numerosa es una condena en vida. Aunque tenga apartamento de block, llave con agua y aceras para sentarse a coger un poco de aire.

Y si encima, la vigilancia policial es deficiente y los ladrones se llevan todo, hasta las motocicletas de los dealers, no recogen la basura, no dejan que lleven sus muebles a las casas, entonces la cosa es peor.

¿Qué parece que falta en la Nueva Barquita?

Podría hacer falta un buen plan de asistencia social, con trabajadores sociales, con orientadores de educación cívica. Y un buen mercado de INESPRE con plátanos, yuca, batata y arroz a precios de ganga.

Y un buen plan de asistencia laboral que conduzca a quienes reciben asistencia económica y subsidios a entregar algo, aunque sea que limpien las escaleras y vigilen los frentes de los apartamentos, para no tener que pagar mil pesos al cura y su Patronato.

Faltarían trabajadores sociales que organicen por cuenta de alguna institución del Estado que no sea el cura que cobra el mantenimiento y empuja a que vayan a su iglesia los domingos y fiestas de guardar.

La Nueva Barquita es un buen ejemplo de lo que somos. Porque así somos. Mientras estemos bajo el mando de quienes crean que, por vestir de seda a una mona, ya no será más mona.

Es un problema de estructura mental y de falta de educación.

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