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jueves, mayo 2, 2024

Algarabías y lamentos

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El presidente electo Luis Abinader y el equipo que él mismo ha estado anunciando que le acompañará tan pronto inicie como gobernante a golpe de decreto, el 16 de agosto, andan anunciando paquetes de iniciativas que retumban.

Igual retumban nombres de eventuales designados a quienes se les conceden habilidades y virtudes.

Tales anuncios empezaron y siguen generando mucha alegría y satisfacciones adelantadas.

Los anuncios y designaciones de boca son sólo palabras. Son sólo anuncios y asignaciones de boca. Y siendo así, hay que esperar. Y la esperanza es precisamente lo que genera reacciones de alegría y lamentos.

El ambiente es de algarabía, en sentido general. Expresada ésta por los voceros de distintos medios de comunicación social, al considerarse apegados a lo que serían los efectos concretos de tales medidas y designaciones anunciadas.

Alegrías que traen y arrojan inmensos compromisos. Esas iniciales alegrías deberán ser compensadas con las ejecutorias inmediatas.

Lo malo de las lamentaciones extemporáneas, adelantadas, es que podrían ser el efecto de nerviosismos que conduzcan a acciones sin sentido. Como la eliminación de documentos de archivos importantes, transferencias de fondos indebidos para ocultar mañoserías pasadas, y advertidas, puesto que se cometieron a la vista de todos- Algunos agentes del grupo que se va ya da a entender con su proceder, como cuando han empezado a liquidar personal y a nombrar otros, sin que se informe sobre la justificación de la medida.

A estas alegrías sin ejecutorias que se anotan hay que darles tiempo a que se produzcan las ejecutorias. La buena fe en que se cumplirán las promesas de un plan de gobierno que fue puesto en blanco y negro, aún fuera en un plano genérico, están ahí. Eso permitirá sacar cuentas adecuadas y esperamos, también, que justificar no una, sino millones de alegrías y satisfacciones.

En cuanto a las lamentaciones y temores, igual que a la algarabía, démosles el beneficio de la espera. Que no cunda el pánico. Ni el asfixie por satisfacción. Todavía hay tiempo.

Y que los que vienen estén advertidos y con los ojos abiertos, sin dejarse llevar de la satisfacción que pudieran generar sus anuncios de acciones futuras y de sus nominaciones de boca.

La suerte está echada. Y echada con mucho ruido. Que se sepa.

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