En mi artículo anterior me pregunté si tener lavadoras y secadoras eléctricas basadas en electricidad proveídas por los gases que provienen del carbono o petróleo es verdadero desarrollo.
Esos gases dañan el ambiente y nos hacen respirar aire tóxico, venenoso pero el efecto no lo vemos claramente porque es lento su efecto, aunque indefectiblemente las generaciones próximas nos culparán de haberles dejado ese tollo.
Me gustaría que empezáramos por arreglar nuestro sistema de enseñanza tan malo que estamos en el lugar 142 de los 144 del denominado PISA que mide la capacidad de los estudiantes de comprender la lectura, por ejemplo.
Nuestros profesores generalmente son de baja calidad y no pueden transmitir capacidad crítica del entorno.
Las evaluaciones de los profesores miden la memoria, más que la profundidad del saber.
No está todo perdido porque hay un político dominicano que ha planteado que las escuelas tienen que elevar la capacidad crítica y sacarnos del tenebroso lugar en que los niños leen, pero no comprenden lo que leen.
El 4 % del Presupuesto Nacional para la educación tiene poco significado si no es para emplearlo en laboratorios, instrumentos musicales, actividades deportivas, matemáticas, química y calidad del personal docente.
Si dedicamos el esfuerzo de elevar los conocimientos, entonces eso se traducirá en salud preventiva porque los alumnos serán capaces de conocer la importancia de comer sano y revolucionarán qué se debe comer de acuerdo a la cantidad de magnesio, potasio, calcio, vitaminas, minerales y proteínas. para recurrir la menor cantidad de veces que requerimos de hospitales.
De modo que invertir en educación es también invertir en salud.
