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sábado, mayo 4, 2024

Balaguer: ¿Padre de la Democracia Dominicana?

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Voy a contar una experiencia vivida el 8 de febrero de 1971. Joaquín Balaguer era el presidente de la nación desde 1966. Su vida política ligada a Rafael Trujillo desde 1930, lo llevó a desempeñar cargos importantes durante ese gobierno, que incluyó secretarías de Estado e incluso el de Presidente de la República en condición de títere.

En el período 2000-2004 desempeñado en la presidencia por Hipólito Mejía se construyó una estatua de Joaquín Balaguer que lleva una placa que lo declara como «Padre de la Democracia Dominicana».

La siguiente información ocurrida en la fecha que comienza este artículo sirve para dar veracidad a lo que sugiere el título de esta exposición, esto suponiendo que la paternidad de la democracia recaiga en la Presidencia de la República, cuando en verdad es una obra incompleta en que han participado, con sus escritos, sus opiniones, las vidas y prisiones de cientos dominicanos de todos los niveles.

Me encontraba en la fecha señalada en mi vivienda cuando temprano en la mañana me llamó Carlos Tomás Fernández que se encontraba junto a Vladimiro Blanco en la redacción de un artículo para el periódico Listín Diario, dirigido por Rafael Herrera que tenía que ver con una huelga que se estaba realizando y que ellos querían oír mi opinión como economista, ya que en ese entonces yo era profesor de esa materia en la UASD.

Me encontraba en la lectura del borrador cuando de pronto dice Vladimiro » coño Tropas Especiales » famoso aparato policial de ese entonces en la desaparición de personas y muertes de ciudadanos que se consideraban opositores al gobierno presente.

Tocaron la puerta y quién la abrió fui yo y al frente de las tropas estaba el coronel Ventura Jiminián, quién al verme me saludó con amabilidad, pues nos conocíamos por haber vivido en el mismo pequeño hotel, propiedad de una señora vegana, que se encontraba en la calle 30 de Marzo, no muy lejos del Parque Independencia. Al preguntarme por la razón de mi presencia le mentí, y le dije que estaba allí porque Eva que era mi alumna en la UASD vivía ahí (lo cual era cierto) y estaban organizando un evento que requería mi participación. Desde luego no le informaría las verdaderas razones de mi presencia al jefe de Tropas Especiales.

Hurgaron por toda la vivienda y dicen haber encontrado un revólver. El tono amable desapareció y Ventura me pregunta: dime quien se reúne aquí y dímelo pronto porque siempre se pierde alguno y procura que no seas tú.

En la vivienda además de nosotros tres, estaba presente Carmen Santos, la empleada doméstica, a quién el coronel le pidió que llamaran a los dueños de la vivienda. Estas eran Eva y su hermana Aleyda Fernández quienes se encontraban en sus respectivos trabajos. Aleyda en el periódico Ultima Hora y Eva en Salud Publica.

Cuando ellas llegaron, a los seis nos acusaron, de que nos atraparon en el momento en que planificábamos secuestros de hijos de altos oficiales de las fuerzas armadas y de diplomáticos extranjeros para pedir rescate por ellos y usar ese dinero para actividades revolucionarias y además a mi supuestamente me encontraron una granada en el bolsillo y Carlos y Vladimiro una pistola calibre 45 cada uno.

Este relato sirve a mis lectores, si ciertamente esos métodos pertenecen a los mecanismos democráticos, sobre todo si eso implicó un año de prisión para Carlos, Vladimiro y yo y el posterior destierro.  Aleyda y su hermana fueron desterradas antes.

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