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martes, mayo 14, 2024

¡A institucionalizarnos!

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Contrario a otros, entendemos que para conjurar nuestras falencias institucionales, se debe consentir que Fausto Miguel Cruz de la Mota tenga la oportunidad de declarar sobre otros actores y las circunstancias que lo llevaron a asesinar de siete balazos, a Orlando Jorge Mera.

Aunque el asesino del que fuera ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, trate, como se prevé, enlodar su memoria; que la justicia y nosotros sabríamos descartar, sería interesante que sepamos cómo se tejen los entramados de abuso de confianza que suelen dar paso al nefasto clientelismo político.

Sin re-victimizar al fenecido funcionario, el pueblo dominicano tendría conocimiento de cómo y por qué, en detalles, se produjo este horripilante asesinato.  Sí, porque si todo se ocultase aún en el juicio de fondo, en nada se contribuiría a fortalecer el denominado cambio con que el PRM asumió el poder.

Se dice que Cruz de La Mota, en principio, fue a las oficinas de Medio Ambiente, no a matar a Orlando, sino al consultor jurídico, Edilio Florián, quien no se encontraba en la institución. Entonces, ¿por qué decidió matar a un amigo de infancia?

Aunque nos duela y estemos en desacuerdo, por respeto a la memoria de Jorge Mera; con los datos aportados por el matador-a lo que tiene derecho-, siempre bien examinado, se trazaría una estrategia oficial que conjure esos devaneos de nuestra política vernácula.

Porque aunque no se pretenda matar dos veces al que llamábamos Orlandito, que vimos e hicimos alguna gracia cuando era un muchachito con una abundante cabellera; ya consumado el hecho, debemos apelar a la transparencia, para modelar como se debe, nuestra institucionalidad.

Es duro decir, que su muerte, por falta de seguridad y fallas institucionales, nos indica que debemos deponer nuestras pasiones políticas y fanatismos, e institucionalizar nuestros estamentos oficiales; conductas, y accionar político. De alguna forma, todos somos responsables de la ocurrencia de este infausto acontecimiento.

  El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside.

 

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