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sábado, abril 27, 2024

Lasso, en Ecuador, un presidente narigoneado por el OPUS DEI y por USA

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El Gobierno de Ecuador aceptó un acuerdo para tratar de vadear la crisis generada por las protestas de los indígenas del país, azotados por numerosas necesidades que el liberalismo en el Poder ha estado agravando.

Volver a la mesa de diálogo con el movimiento indígena, fue una decisión enmarcada en la necesaria compañía de la cúpula dirigencial católica de ese país, logro obtenido dada la esencia religiosa de extrema derecha que confiesa el presidente Guillermo Lasso, miembro confeso de la secta católica conocida como el Opus Dei.

Dialogará, después de mínimas concesiones prometidas, ahora, con la mediación de la Conferencia Episcopal, tras 17 días de un paro nacional, y real instrumento de lucha de los indígenas ecuatorianos organizados en Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONANIE), la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fenocin) y el Consejo de Pueblos y Organizaciones Indígenas Evangélicos del Ecuador (Feine), grupos que lideran las protestas desde el pasado 13 de junio.

El presidente Guillermo Lasso, un rico ex banquero que sólo sabe de agrandar sus riquezas financieras junto a grupos de oligarcas congéneres, con fuertes nexos con el Departamento de Estado Norteamericano, logró hacerse con la presidencia de Ecuador, gracias al apoyo de los indígenas y diversos grupos minoritarios de ese país, encabezando un régimen neoliberal, y prometiendo reivindicar en sus necesidades a los indígenas, pero ahora los atiende con represión de militares y policías a sus reclamos.

El presidente Lasso un declarado devoto del Opus Dei, confeso enemigo del expresidente ecuatoriano Rafael Correa, en una tercera vuelta logró el gobierno que ha entregado a la derecha conservadora en Ecuador, tras vencer al economista progresista Andrés Arauz. Para ello recibió el apoyo de parte de los indígenas, los grupos gay, entre otros, y la extrema derecha eclesial, alojada en las tendencias socialcristianas.

Lasso es físicamente un minusválido de 65 años de edad, quien camina con un bastón debido a una lesión en la columna por un procedimiento médico fallido. Es padre de cinco hijos.

Lasso se ha declarado seguidor del Opus Dei, una secta católica que mantiene diferencias seculares con los jesuitas, y consecuentemente, con el actual Papa Francisco jesuita de origen. Al lado de Lasso ha estado el ex arzobispo de Guayaquil, Antonio Arregui.

El Opus Dei es una secta católica que funciona bajo la denominación de Prelatura. La Prelatura de la Santa Cruz y del Opus Dei es conocida simplemente como Opus Dei. Fue fundada el 2 de octubre de 1928 por Josemaría Escrivá de Balaguer, sacerdote español canonizado en 2002 por Juan Pablo II. Fue erigida como prelatura personal el 28 de noviembre de 1982 mediante la constitución apostólica Ut sit del papa Juan Pablo II. También es denominada la Obra, ya que el término latino «Opus Dei» significa «obra de Dios». Actualmente se desempeña en medio de contradicciones dentro del catolicismo papal. Los seguidores de la Obra se caracterizan por su carácter obsesivo y su fanatismo. En la República Dominicana controla por lo menos una universidad, la que se contrapone con otro centro católico del mismo nivel académico.

Instituciones internacionales como la ONU ya se pronunciaron en alerta por la acción violenta del gobierno de Lasso contra esa masa de pobres indígenas que tras muchos reclamos, se lanzaron a la protesta callejera.

Acuerdos

En el día de hoy, el movimiento indígena declaró el cese de las movilizaciones tras alcanzar un ‘Acuerdo de paz’ con el Gobierno. El Ejecutivo aceptó reducir cinco centavos de dólar más al precio de los combustibles, que se suman a los 10 centavos anunciados previamente. La medida quedó aún lejos de lo solicitado inicialmente por el movimiento indígena, que pedía la reducción y el congelamiento del galón del diésel en 1,50 dólares y el de las gasolinas extra y ecopaís en 2,10.

Las partes en conflicto firmaron el «Acta por la paz», en la que se establecieron los consensos y compromisos alcanzados. El Gobierno se comprometió a derogar el estado de excepción vigente, que actualmente rige en cuatro provincias del país —Azuay, Imbabura, Sucumbíos y Orellana— «en la medida en que se restablezca la paz en el territorio ecuatoriano».

Quedan pendientes de resolver los puntos siguientes:

1.  Alivio económico para más de cuatro millones de familias con la moratoria de mínimo un año y renegociación de las deudas en el sistema financiero público y privado.

2.  Precios justos en los productos del campo.

3.  Empleo y derechos laborales.

4.  Respeto a los 21 derechos colectivos: educación integral bilingüe, justicia indígena, consulta previa, libre e informada, organización y autodeterminación de pueblos indígenas.

5.  Alto a la privatización de los sectores estratégicos, patrimonio de los ecuatorianos.

6.  Políticas de control de precios y contra la especulación en el mercado de los productos de primera necesidad.

7.  Salud y educación.

8.  Políticas públicas para frenar la ola de violencia que mantiene en zozobra al Ecuador.

Los indígenas, quienes representan el 7 por ciento de la población ecuatoriana, lograron con su presión callejera, que Lasso los invitara a dialogar, a través del presidente de la Asamblea Nacional, Virgilio Saquicela, y representantes de otras instituciones del Estado, como el Consejo Nacional Electoral (CNE) y la Defensoría del Pueblo. Luego, Lasso interrumpió el intercambio alegando que no negociaría con quienes tienen a Ecuador como rehén perjudicando a la población, la salud y la vida de los ecuatorianos.

Los pueblos indígenas más importantes de Ecuador han impulsado éste entre otros paros en el país, en demanda de que el gobierno del presidente Guillermo Lasso baje y congele los precios de los combustibles, establezca un control de precios, además de que mejore la cobertura de la salud y la educación.

Las protestas se adentraban en la segunda semana provocando varios civiles y un militar muertos, aparte de centenares de heridos. En resumen, es la cúpula de la Iglesia Católica la que ha venido a tender la toalla a su seguidor del Opus Dei, Guillermo Lasso, banquero y político de derecha extrema, obtuso por demás.

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