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lunes, abril 29, 2024

La Plaza de la Cultuza Juan Pablo Duarte, un tesoro en pleno centro de la ciudad

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La Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte es un pulmón, dentro de la agitada y tumultuosa capital dominicana. En ella se encuentran el Teatro Nacional, el Museo de Arte Moderno, el Museo de Historia y Geografía, el Museo de Historia Natural y la Biblioteca Nacional.

Su construcción se remonta a principios de los setentas, cuando el gobierno de entonces, decidió desarrollar este espacio en el centro de la ciudad.

En este gran terreno en el centro del Distrito Nacional ,localizado en el sector de Gascue, tuvo la residencia principal del tirano Rafael Leónidas Trujillo, así como la de su hija Angelita. Muchos ubican la residencia de la madre de Trujillo en estos terrenos, cuando en realidad, la residencia de doña Julia estaba donde está actualmente la Universidad Apec.

Su gran vegetación, que aún se conserva, está formada por diversos tipos de Palmas, Javilla Americana, Chachás o Mariquitas, Nin, Flamboyán y árboles frutales como el mango y el limoncillo. Su árbol más representativo, es el conocido como Árbol Salchicha o Lagrimas de Hombres, cuyo fruto es parecido al musù o servilleta de pobre, como popularmente le llama el dominicano. La primera construcción que tuvo después de la caída de la tiranía, fue el Liceo Unión Panamericana, que, en 1972 fue trasladado a un nuevo y más grande edificio en el Ensanche Miraflores. Actualmente, en ese local se encuentra el Museo de Historia y Geografía, que fue restaurado para esos fines.

Desde mediados de los setentas, cuando la mayoría de todas las edificaciones mencionadas estaban terminadas, este espacio se comenzó a utilizar para diversas actividades artísticas y culturales al aire libre. Es cuando desde 1976, comienzan a presentarse en los jardines y parqueos agrupaciones nacionales e internacionales. En ese año, vienen por primera vez, las agrupaciones corales y la banda de música del Comando Sur de los Estados Unidos, con asiento en Panamá. El Servicio Informativo de los Estados Unidos (USIS con sus siglas en inglés), tenía gran presencia, especialmente durante la guerra fría.

Teatro Nacional
Teatro Nacional

La Feria del Libro y la Feria Internacional del Libro, ha tenido más de veinte ediciones en este lugar, así como los Festivales de la Cultura de los años 1983 y 1984. Pero, solo me referiré a esos espectáculos celebrados fuera de esos eventos.

Para 1978, Michael Camilo sobre el Teatro Nacional Móvil, que era una especie de tarima rodante; junto a cuatro músicos ofreció un mini concierto, era el día del estudiante. La tarima estaba colocada en la parte lateral derecha de la Biblioteca Nacional. A partir de entonces, comienzan a tener vida los jardines de la Plaza de la Cultura, especialmente los domingos con las actuaciones de las bandas de música de las instituciones armadas del país.

En los años siguientes, muchos grupos culturales y ballet folclóricos de diversas universidades y clubes culturales, aprovechaban para hacer presentaciones. Grupo noveles, como Palemba, Locuan, solistas como Xiomara Fortuna, Patricia Pereira y otros dedicados al rescate y proyección de la música y bailes autóctonos dominicanos, encontraron un lugar para darse a conocer.

Hice una costumbre asistir los domingos por la tarde y una de ellas, en febrero de 1984, me encontré con la presentación del Grupo 4+1, con un invitado especial, el virtuoso saxofonista Tavito Vásquez. Esta agrupación estaba conformada por Manuel Tejada, en el teclado; Gustavo Cuquito Morè, en el bajo; Wellington Valenzuela, en la batería y Guarionex Aquino, en la percusión. Esa tarde, con la tarima colocada en la parte lateral izquierda del Teatro Nacional, en donde están los nuevos parqueos, yo disfruté a todo dar el tema Sambomba de Manuel Tejada y de otras piezas de jazz, en donde Tavito, con 56 años en ese entonces, hasta ejecutó su instrumento “acostado en la tarima, boca arriba”.

Para 1986, en la noche de un día laborable, la mencionada tarima recibió al grupo vocal 4-40 (Juan Luis Guerra, Maridalia Hernández, Mariela Mercado y Roger Zayas), que solo tenía dos producciones grabadas y complementaban sus actuaciones, interpretando parte de los comerciales grabados por ellos. Aquí, pude gozar de una versión vocalizada de Sambomba, a la cual José Antonio Rodríguez puso letras al tema instrumental.

Otro habitué era la agrupación Transporte Urbano con Luis Diaz, guitarra acústica; Juan Francisco Ordoñez, guitarra eléctrica; Héctor Papito Santana, en el bajo; Guy Frómeta en la batería y José Duluc, percusión y coro. El Terror, como se le llamaba a Luis desde cuando Convite, presentaba como siempre, un espectáculo lleno de energía musical. En una ocasión, vi a Transporte Urbano acompañar a Sonia Silvestre, pues Juan Francisco, Papito y Guy eran de los músicos que más la acompañaban con su trío OFS.

En 1987, el mismo Luis Días presentó su libro de poesía «Tránsito entre Guácaras», el lugar escogido para este lanzamiento fue El Corral de los Indios, una plaza memorial colocada en la parte lateral izquierda del Museo del Hombre Dominicano.  Palos, atabales, salves y otras manifestaciones culturales dominicanas, eran presentadas en los jardines de la Plaza de la Cultura, en los días de religiosidades católicas.

Esos días, como el 21 de enero, día de la Altagracia; 3 de mayo, de la Santa Cruz y 24 de septiembre, día de las Mercedes; por lo regular, la noche antes había una especie de convite, con los ritmos antes mencionados, que forman parte de nuestro acervo cultural. El Ballet Folclórico de Fadrique Lizardo y el Teatro Popular Danzante de la profesora Nereyda Rodríguez, entre otros, eran los encargados de amenizar en estas fechas del santoral. También accionaban durante los carnavales, presentando muestras de los diferentes personajes carnavalescos, como los Diablos Cojuelos, Roba la Gallina, Se me muere Rebeca, La Muerte en Jeepe y otros.

Ojalá, se vuelva a tomar este espacio arborizado, fresco y céntrico, para reactivar estas actividades musicales, culturales y de esparcimientos. La Plaza de la Cultura ha tenido varios remozamientos y este último que tomó más de cinco años, puede darle ese giro que necesita este lugar, para ser lo que antes fue.

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