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lunes, abril 29, 2024

Los que frecuentan la Ciudad Colonial merecen garantía para sus vidas  

El recinto del Colegio Santa merece ser custodiado

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Una mujer de nacionalidad haitiana, de generales desconocidas, montó en rabia repentina y comenzó a golpear con una piedra los vidrios de una camioneta de las monjas que llevan a cabo la obra educativa, del Colegio Santa Clara, el hecho ocurrió entre las 8:30 y 8:45 am.

El Chofer de la guagua, con peñones respetables en las manos, resistía el embate, para defender la guagua, que había sido golpeada.

Del lado de las escaleras del parque, la señora que no hablaba creole, repetía improperios en español impublicables, en medio de una agresividad, que solo la podía producir una persona casi al borde de la locura, estamos refiriéndonos a uno de los tantos caso callejeros  que suceden en la Ciudad Colonial, producidos, por una población enferma e indigente, mezclada de nacionalidades : haitianos sin posibilidades sin subsistencia y sin domicilios aparentes, hay casos dominicanos también, cada vez más este problema social no hace más que crecer justamente en el casco  del espacio urbano, siempre repleto de turistas y otros visitantes o dignatarios extranjeros

Las monjas asustadas pidieron ayuda a unos militares de puesto cerca del lugar, se hicieron los suecos, no sucedió nada, no fueron en su auxilio.

Minutos luego, llegaron unos motorizados de la antigua Politur, para tratar de resolver el problema de crisis de violencia, creada por esta señora extranjera.

Se supo de fuente confiable, que luego de ser sometida a la obediencia con muchas dificultades, las autoridades remitieron a la señora al departamento de inmigración.  Es   obvio entonces, que será deportada, luego de tan violento incidente.

El alboroto en un espacio normalmente muy tranquilo, debe servir de ejemplo de que la seguridad ciudadana en la ciudad colonial, no anda muy bien coordinada: Policía Nacional, da vueltas. Policía municipal, sin mucho carácter y Politur, todos esos componentes de fuerza, existen allí, nadie llegaba a tiempo, lo correcto es que en ese trayecto de las monjas que incluye la acera del Colegio Santa Clara, donde hay adolescentes de ambos sexos estudiando, debiese existir un custodio permanente.
Una vez, todo pacificado:
Las monjas desde sus balcones, parecían relajadas luego del incidente.

Un leve viento alzaba sus esclavinas, de un marrón espeso.

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