Mi padre y yo sosteníamos conversaciones sobre muchas cosas. Le impresionaba todo lo que ocurría. Fue un admirador de Fidel Castro, porque encabezó la revolución que derrocó la dictadura de Fulgencio Batista. Más tarde le perdió el respeto.
En una ocasión me hizo una observación de que todo lo que existe debe haber tenido un creador. Por ejemplo, el granadillo como planta rastrera desarrolla un gusanillo donde va a tener un fruto que se agarra del tallo de un árbol para que de él se cuelgue. Eso es bien pensado, razonaba él. No puede ser una casualidad.
Para ese entonces yo le argumentaba que la teoría evolutiva tenía una explicación. Cada ser vivo busca un espacio y en una lucha de todos contra todos, y el ser vivo que surgió y no se adaptó al mundo cambiante, no lo conocimos.
Mi padre, murió en 1985 y 36 años después no hay día que no lo recuerde al menos un par de veces ante sus inteligentes observaciones. El razonamiento de mi padre, como el de muchísimas personas, es que todo tiene que tener un creador.
Ciertamente, las cosas aparecen y desaparecen, pero los científicos se apegan a la creencia de que la tierra tiene una existencia estimada en unos 4,800 millones de años y que sacando la energía que llega del sol, que se formó 200 millones antes se produjeron las condiciones para que surgiera la vida.
Todo los seres vivos (plantas y animales) proceden identificando que el enemigo de tu enemigo, puede ser tu amigo, Para preservarse, desarrolla argucias de esconderse, disfrazarse, para atacar, ya sea con colores, formas, espinas, venenos, olores, dientes, pezuñas, tamaño (muy grande o muy pequeño) en fin en ese escenario todo vale.
Nuestra capacidad de razonar tiene muchos límites, y las religiones ayudan poco a explicar el por qué de las cosas, pero por mi parte, hay tanta gente maravillosa en las religiones, que lo menos que puedo hacer es menospreciar su dignidad.
En este mundo, que un día terminará, quisiera que ello ocurra, cuando se le acabe el combustible al sol, o sea dentro de unos 5000 millones de años y no por una guerra nuclear desarrollada por las estupideces humanas.
Claro que no todo lo que hacemos los humanos es estúpido.
Hoy tenemos la información de que el ser humano ya es capaz de inventar computadoras capaces de razonar y tal vez mediante ellas alcanzar más profundos conocimientos.
Esos conocimientos han salvado muchísimos millones de personas que de otra manera hubieran muerto, de cáncer, de ataques cardíacos, etcétera.
Ojalá creemos un movimiento universal que destruya las armas nucleares.
Quizás ustedes me digan: Gerardo, no hemos sido capaces de impedir que los vehículos con mofles dañados circulen. Peor aún, una parte de los circulantes se divierten haciendo ruido ensordecedor.
Perdonen, si deseo soñar… ¿no será culpa del monóxido de carbono que no me deja pensar bien?
