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jueves, mayo 2, 2024

Haití, su antigua presencia en la realidad dominicana

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La antigüedad de la presencia de Haití en la realidad dominicana, ya debiera ser motivo para que dejemos las utopías, que entre nosotros existen muchas, relacionadas con ese territorio vecino ineludible.

Los haitianos son nacionalistas primigenios. Sus orígenes residen en la conquista de la libertad desde la esclavitud misma. Son nacionalistas de por sí, para servir de ejemplo a toda la humanidad, a través de la historia.

Cuando los blancos europeos compraron a precio de gleba a los miembros de todas aquellas tribus africanas, nunca se imaginaron que esa compra vulgar de seres humanos, a precio por cabeza, estallaría en unas circunstancias enriquecedoras de la historia misma de la libertad humana. Como Dios mandó, desde el origen de la creación: id por todo el mundo y poblad la tierra. Y con el sudor de tu frente obtendrá tu sustento. El mandato fue para que se poblara toda la tierra, sin ningún sentido de propiedad particular.

Cuando los negros de las tribus africanas fueron trasladados a territorio inhóspito, poblado por aborígenes, y obligados a confundirse unos con otros, se estaba cumpliendo, quiérase que no, con el mandato divino. Sólo que con la interferencia de la brutalidad de los humanos falsos creyentes de que todos los territorios eran propiedad de los blancos.

Al formarse Haití, tras la sangrienta, pero libertaria revolución promovida por los esclavos negros contra el blanco explotador e inhumano, quedó su legítima ambición anexada a un territorio que no le pertenecía. Territorio poblado por blancos y una mezcolanza de razas que era muestra de la mejor de las hermandades. Ese territorio, al desatarse el nudo formado con la vecindad de los africanos negros y esclavos libertarios, daría origen a un proceso que desembocaría en algo llamado República Dominicana.

República Dominicana tiene motivos suficientes para diferenciarse desde sus orígenes, de la República de Haití. Pero son vecinos. Es la ineludible realidad.

Vecino no es cualquiera, sino el que nos tocó por azar o por escogencia. Es como la familia. Se forma familia al azar. Y se acepta que la familia es lo más próximo. El vecino, se dice, es el familiar, el pariente que tenemos más cercano. Y hay que entenderse con los vecinos. O de lo contrario, mudarse.

Pero ¿cómo mudarse para alejarse del vecino, cuando nos ha salido disparejo, si no hay otro lugar más adecuado que nuestro propio hogar?

Haití y República Dominicana son dos vecinos. No son vecinos siameses, que es lo que tratamos de explicar. Pero vecinos con quienes hay que entenderse.

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