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lunes, mayo 13, 2024

Experiencias vividas II

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Los años de agropecuaria entre mi nacimiento y el comienzo de la universidad 18 años después, dejaron huellas imborrables en mí, y no dudo que aún perduran en mi forma de ser.  La vida rural, la unidad familiar de los 12 miembros de los 10 hijos (yo el primero de todos y cuatro varones más y cinco hembras) nos podemos considerar afortunados de tener una salud emocional muy alta, aunque en cierto modo, tuve un cierto privilegio de alta comunicación con mi padre porque mis padres tuvieron una segunda hija tres años después de mi nacimiento y tres más tarde nació el 3ro, que fue varón, igual que un 4to. diez años después de mi nacimiento. Sin embargo, los 6 y 10 años de distancia que existía entre yo y los varones cercanos hacen mucha diferencia en la temática de conversaciones entre mi padre conmigo y con ellos. y más aún con los los dos que nacieron después.

 

Al yo nacer mi madre sufrió de fiebre puerperal y tuvo que ser trasladada en parihuela, una caja de madera portada por 4 individuos, para ser trasladada al camino pavimentado entre las dos poblaciones (Moca y Santiago) y de ahí disponer de transporte motorizado a Moca

No es extraño que la pobre higiene de una vivienda sin acueducto, que obligaba a envasar agua de los techos en algún aljibe o tanque estimulara alguna bacteria, aunque la partera seguramente de que hirvió el agua usada en las labores, no obstante, sin guantes higiénicos y demás normas actuales, distanció el tiempo de los primeros cuatro hijos y mi padre privilegio su comunicación conmigo, cosa que se aceleró cuando me hice adulto y se mantuvo hasta su muerte en 1985, a los 73 años

 

Comencé a ir a la escuela primaria rural a los 7 años y entré al 2do. porque mi madre me alfabetizó. Cuando cumplí 9, mi madre devota cristiana católica impulsó a que yo eligiera la carrera sacerdotal y me colocaron en el equivalente del quinto año de la escuela primaria en el colegio pre seminario de otra población, denominada Santo Cerro, cercana a ciudad de La Vega.

 

Yo no tenía vocación alguna para esos menesteres y a mitad de tiempo fui transferido de seminarista a colegial por petición de las propias autoridades religiosas del plantel.

No sería extraño que eso ocurriera. Uno de los sacerdotes entraba demasiado frecuente alrededor de las 8:00 p.m. a la habitación vecina a mi izquierda donde dormía un alumno particularmente llamativo, de color rubio que parecía un alemán típico. A mí me extrañaba eso. En una ocasión ocurrió que se produjo un ventarrón tan fuerte que abrió las puertas y yo tuve la oportunidad de ver al sacerdote untando una grasa en el ano del niño desnudo.

Yo no sabía que existía tal cosa como pedofilia, cosa que vine a comprender mucho más tarde, ya como adolescente avanzado e incluso cuando supe que mi compañero, que tampoco eligió el sacerdocio, se matriculó en la escuela de cadetes de la aviación y fue despedido por su condición de homosexual.

Es seguro que la violación ocurre, pero no estoy seguro de si esta violación indujo o no en su inclinación sexual, lo más probable es que ambas cosas se entrelazaron. La homosexualidad se nace con ella, según explica la ciencia.

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