Que la crisis argentina es cada vez más embrollada deviene en “una verdad de perogrullo“, y aunque sus efectos económicos son tan devastadores en la población y desestabilizadores en la política -hasta llegar al presidente que tiene ese país-, los argentinos resisten para mantener a flote condiciones y cualidades que desde siempre los han distinguidos, tal su aprecio al libro.
En un reciente reportaje del periódico El País, de España, titulado: “Los argentinos han dejado de comprar libros: instantánea de una industria golpeada por la Crisis” (3/3/2924), se reitera y relieva ese “amor a los libros”, infaltable en los argentinos, aún en las difíciles condiciones en que desenvuelven su día a día, en una situación que muchos/ as obtienen de zafacones y vertederos lo que pueden alcanzar para comer.
“La crisis económica en Argentina, que hoy es el país con la inflación más alta, vació los bolsillos de los ciudadanos y comprar libros resulta cada vez más inaccesible”, se lee en el reportaje, que apoyado por Juan Manuel Pampin, presidente de la Cámara del Libro ubica ese producto “en tercer o cuarto término después del pago de la comida, los servicios, los alquileres, la vestimenta”.
Con números cada vez más reducidos en producción y ventas, para los libreros argentino es “un acto de fe” seguir en el mercado del libro, bien y valor cultural que sustenta esa arraigada disposición que se manifiesta en la apertura de nuevas librerías y pequeñas editoriales que sostienen el estandarte argentino de ser uno de los países en el continente- aún con la crisis- con mayor número de librerías por habitantes, que en la capital Buenos Aires la relación es 22/100 mil habitantes.
Mi atrevimiento se evapora y me advierte de cualquier pretenciosa comparación con República Dominicana, pero la esperanza – “que es lo último que se pierde”- me ilusiona cuando leo:” Las librerías también recurren a convenios con bancos para ofrecer alternativas de pago a los clientes. “Todos trabajamos en conjunto para atravesar estos tiempos”, afirma Carla Campos, de Nativa Libros.
! Que bancos comerciales tengan en su cartera de servicios una línea de créditos para financiar libros es el argumento más contundente para justificarle a los argentinos esa autoestima con que se pasean por el mundo, y ayuda a entender por qué ese país se vanagloria de Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo, Julio Cortázar, Alfonsina Storni, Martin Caparrós, Ricardo Pilgua, Tomas Eloy Martínez y Leila Guerreiro, y explica que nuestro Pedro Henríquez Ureña se estableciera allá.
“ Como la esperanza es lo último que se pierde,”, me atrevo a soñar que bancos dominicanos- tales el oficial y el más grande de los privados- que auspician limitadas colecciones de libros que distribuyen entre algunos clientes y allegados escogidos, -y que son los que financian más recursos en distintas carteras de rápido retorno-, en algún momento incorporen una línea crediticia editorial que facilite la adquisición de libros, como hacen bancos argentinos, que en medio de tan drástica y dramática crisis económica, facilitan préstamos para que los argentinos sigan leyendo!