Uno como parte del público entiende que el nuevo y no instalado presidente de la República, don Luis Abinader, fue llevado a ese puesto porque la parte más importante de los votantes, la mayoría, lo considera un amigo confiable para ponerle en manos los intereses comunitarios y que los administre en un marco de decencia.
En una breve visita que don Abinader atendió a invitación del presidente Danilo Medina para que se vieran en su despacho del Palacio Nacional, ambos hablaron de múltiples asuntos que de inmediato dio a conocer quien será muy pronto nuestro gobernante principal.
Pero en tono muy quedo y breve, se hizo saber en cualquier noticiario que atestiguó la cita de don Abinader, que éste, tras conversar con Abinader en presencia de todos los que le acompañaron en esa visita, hizo un aparte y habló “en privado, en secreto, con el presidente Medina”.
¿De qué hablaron en esa privacidad que de inmediato se convirtió en un secreto para todos los votantes que entienden son los mejores amigos que tiene don Abinader, la mayor parte de todo un pueblo?
¿Y que ocurre en circunstancias similares?
Una eminencia de la siquiatría criolla, Antonio Zaglul, dejó, en un texto que llamó “Mis Quinientos Locos”, una sentencia imperecedera, producto de sus observaciones, que más o menos se traduce: “el pueblo dominicano, es un pueblo que se mantiene chivo”. Claro, producto de numerosos avatares e imprevistos.
Lo que ocurre generalmente es que el tema del que se conversó en privado, en secreto, se convierte en un misterio. Y más que un misterio, precisamente, por ser misterio, se vuelve presa de la atención y de la especulación de todos los mejores amigos de don Abinader que es la mayor parte del pueblo.
Esa especulación en boca de todos, quienes votaron y quienes no votaron por don Abinader, se convierte en un secreto, pero a voces.
Porque entre amigos no puede haber secretos ni privacidad sobre asuntos públicos y de interés común.
Don Abinader, entre amigos, no hay secretos. Hay respeto a la verdad. Amor a escondidas es de cobardes, que no es la ocasión. Son otras expresiones recogidas en canciones platónicas y melancólicas en voz de Camilo Sesto
