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miércoles, mayo 15, 2024

Poder de creencias y verdades

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Los temas que he abordado en mis artículos anteriores se refieren a la macroeconomía, tales como la energía, el comercio exterior, también la historia o el transporte colectivo etcétera.

Intento expresar, esta vez, un tema de antropología, o sea del campo de la conducta humana.

Estudié en la Complutense de Madrid sobre Antropología en la curiosidad de buscar explicaciones en las acciones de pueblos y personas, y aunque también fui invitado a la Universidad de Durham en Inglaterra, al Departamento de Antropología, me quedan muchas preguntas por responder.

Por ejemplo, el conocimiento que surge de las universidades está basado en lo que consideramos ciencia y por eso la gran mayoría de las personas acudimos al médico en materia de salud.

Confiamos en esa persona para ayudarnos a corregir algún mal o a prevenirlo.

En mi caso particular, me dijeron que una de las arterias cercanas al corazón está obstruida con colesterol, por fortuna, sin grave daño a mi sistema cardiovascular.

Yo ni he visto tal cosa, ni siento ningún efecto específico. Pero si creo en lo que me dijeron y tomo los medicamentos que me recomendaron.

Otro paciente con igual mal que yo puede optar por visitar al cardiólogo, pero, aunque el doctor no lo indique compre en un supermercado un velón de parafina con la virgen de Altagracia impresa y se la encienda.

Si ese paciente siente que sus dolores de pecho han desaparecido por efectos de las instrucciones medicinales yo no me atrevo a asegurar que él va a creer más en el clopidogrel indicado por el galeno, que en el velón a la virgen.

Y si el caso fuera en Haití y el paciente consulta a una mambo, que es una sacerdotisa vudú, que media entre los espíritus y las persona y ella recomienda degollar una gallina y rodear la casa de sangre, para mí no hay manera de demostrar fácilmente cual verdad supera la otra.

El cerebro humano es capaz de unir vínculos entre cosas de una manera tan caprichosa que si yo he aprendido algo en mis experiencias en los siete países donde he vivido es que son tan fuertes las creencias no basadas en las ciencias que me he propuesto respetarlas no importa cuán alejadas de las mías sean.

Esas creencias pueden ser en los reyes magos, en Santa Claus, o en Papa Boco. Claro que el sistema educativo de una nación puede hacer muchísimo para acercarnos a la verdad, pero recordarse que no hay verdad absoluta.

La física cuántica nos dice ahora que es posible que un cuerpo puede ocupar dos lugares al mismo tiempo y que todo el universo se formó a partir de un elemento un millón de veces más pequeño de la punta de un alfiler.

 

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