El mejor de los cambios, el cambio óptimo que pueda arroparnos, sería el de un modelo de cambios que destruya la pasión por lo no institucional y por lo indisciplinado.
El paso de cinco gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha sido desastroso para la institucionalidad de la República Dominicana.
Lo institucional y el respeto por ello, ha sido la fastidiosa norma que no deberá ser una herencia irracional que nos deje el peledeísmo.
El cambio deberá notarse en la vida social y política del país en la medida en que somos capaces de eliminar el irrespeto por las instituciones, cualquiera será su naturaleza.
La disciplina deberá acompañar el respeto por lo institucional.
Todo esto se dice fácil. Y con frecuencia, la distancia del dicho al hecho es abismal.
La disciplina no se conseguirá con represión, aunque cada norma tenga su coletilla represiva para hacer que se cumpla. Pero no más que una coletilla de advertencia.
Nuestra historia está llena de represiones. Y sin embargo, seguimos siendo indisciplinados. Locos y desordenados.
Lo institucional comienza por arriba y termina arropando a todos. Y todos entienden que el sentido común y la disciplina son el mejor instrumento para hacer orgullosa a una sociedad.
¿Traerá el cambio institucionalidad y disciplina para todos? ¿Sin represión?
