La imagen del ministro de Educación y la de su Ministerio ha ido desmejorando a toda velocidad. Pero con el exhibicionismo de las perritas nombradas como las gloriosas Hermanas Mirabal se pasó de la raya. Se pasó en rojo.
Con los abrumadores problemas a los que hay que encontrar solución en el país no valdría la pena desperdiciar esfuerzos atendiendo a la forma destemplada de conducirse del ministro Roberto Fulcar.
Sin embargo, el hombre se empeña en hacer las cosas marginando el importante recurso de mantener una imagen personal y de sus funciones ajustada al elevado nivel del puesto que ocupa para ayudar al Gobierno.
Si el ministro de Educación no tiene asesores de imagen, debe buscarlos con urgencia. Y si los tiene debe ponerlos a funcionar, y debe oírlos, ya que deben estar muy bien pagos.
Siempre se ha dicho que quien se lleva de consejos muere de viejo. Y el señor Fulcar se supone que querrá morir de viejo en el cargo que desempeña, hasta agotar los cuatro años de su gobierno.
Fulcar ha propalado que cuenta con varios títulos en educación, maestrías o doctorados, y con seguridad conoce el concepto de ruido que interfiere en los mensajes que impiden el logro de los objetivos comprometidos y deseados.
Debe darse cuenta de la dimensión magnífica por merecimientos, que tienen en el país y fuera de nuestras fronteras, las hermanas Mirabal. Son heroínas de la lucha contra la tiranía de Rafael Trujillo.
¿Significa eso algo para el ministro Fulcar? Suponemos que sí. Y si es así, lo protagonizado en público por el ministro de Educación al exhibir la desagradable noticia de que tiene tres perritas a las que se les ha puesto el nombre las tres hermanas Mirabal, es un desacato.
Si Fulcar cree que esa es una gracia para dimensionarla como él lo ha hecho, se ha equivocado medio a medio. El chiste no tiene gracia. Es un chiste cruel por lo desconsiderado.
Sólo tiene Fulcar que percatarse, si encuentra quien se lo señale, del desagrado general que genera su conducta dimensionada en el cargo que desempeña. La comunidad nacional no quiere esas cosas. Él es una figura pública muy bien paga, con funciones muy bien definidas.
Búsquese un asesor de imagen, don Fulcar. Y si lo tiene, póngalo a trabajar para que justifique la paga. Y que él mismo lo advierta de lo afrentosa que es su conducta. Lo exigimos en nombre del estudiantado y del magisterio nacional.
En el acto en donde aparecieron las tres perritas con el Ministro, se anunció la construcción de 79 liceos para la enseñanza técnica a fin mejorar la educación dominicana. Pero eso pasó desapercibido. Y esa es la falla de imagen que estamos señalando. Nadie le puso caso al acto, sino a las perritas del Ministro.
Gloria eterna a Minerva, Patria y María Teresa.
Sus asesores en materia de comunicación deben enseñarle a don Fulcar, la importancia que tiene no introducir ruidos cuando se quiere transmitir una información y también, el debido respeto por los héroes y símbolos patrios.
Que no haga perder el tiempo a la audiencia en un país con tantas cuestiones por atender con urgencia.
