El ilustre Charles Louis de Secondat, señor de la Brede y barón de Montesquieu fue muy claro. Y lo dejó por escrito: existen tres poderes del Estado que deben actuar institucionalmente por separado para evitar la tiranía.
Ese espíritu legal está contenido en nuestra Ley Fundamental, la Constitución de la República. Ley sustantiva que sirve de base a todas las demás leyes habidas y por haber.
Recientemente estamos viendo asomos de intentos que en actitudes ligeras podrían parecernos intentos de hacer variar esos fundamentos.
En concreto, para que se sepa, nos queremos referir a visitas sorpresas realizadas por el representante del Poder Ejecutivo a discursear en reuniones internas de nuestros organismos del Poder Legislativo. Y acciones pautadas y ejecutadas en la misma sede del Poder Ejecutivo para influenciar posiciones en grupos institucionales del Congreso Nacional.
Si no son acciones mal intencionadas, podrían, eso sí, ser acciones desproporcionadas. O por lo menos, ingenuidades hijas de la inexperiencia. Ninguna acción de ese tipo pudo escapar a la visión del ilustre Montesquieu cuando estableció su teoría de la separación de poderes, aceptada entre nosotros.
¿No hemos proclamado, también, la independencia del Poder Judicial, por el que se está diciendo que hacemos esfuerzos?
Nunca estará demás guardar las apariencias. Señores que nos gobiernan, hagamos esfuerzos por respetar el espíritu de las leyes.
No es por nada que lo estamos diciendo.
