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domingo, mayo 5, 2024

Conejo y burro orejudos; palomas tirándoles a las escopetas

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Lo menos que un ciudadano común y corriente puede imaginarse en su virginidad e ingenuidad, es que hay quienes creen que una campaña electoral no es más que un carnaval, o una fiesta de disfraces; un show, digamos.

Los más viejos hemos visto tantas cosas en procesos electorales que ya esperamos esos procesos para relajarnos y conocer nuevas sorpresas, mientras aprendemos a no morir de espanto.

Todo sea dicho a propósito de la denuncia, entre otras muchas, con las que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha terminado su intento de convertir el actual proceso comicial, que culmina el domingo, día 5, en un sancocho prieto, incluidos los pelos de no se sabe cuántos animales.

Dicen los cuadros de la cúspide dirigencial del PLD, todos pejes muy gordos del gobierno de Danilo Medina, que la oposición, de manera concreta el grupo que dicen las encuestas aventaja a todos, tiene montado un plan de fraude contra ellos. Uno tiene que entender que tal fraude sería para quitarles el poder en el que han agotado veinte años, de muy mala manera.

Si alguien tiene relaciones con los dueños o editores del Libro de Records Güinness, que recoge las cosas más increíbles del mundo, debe contactarlos para que acudan presurosos a nuestro escenario electoral actual.

Que vengan a aprender cómo grupos opositores que todo el mundo da por ganados en unas elecciones, montarían un fraude para demostrar que todas las encuestas están equivocadas. Que son los ganadores quienes harán fraude, para demostrar que los perdedores no perdieron.

Ante ocurrencias como esa, dicen los tiguerones del barrio: “coge un palo de luz para que me hagas cosquillas, a ver si me da risa”. O como dijo una vez, ese semi dios del cuento y del PLD que se llamó Juan Bosch: “No juegues, Magino”.

Unas elecciones no deben ser un escenario para montar espectáculos de mal gusto. No son un campo de batallas de lo absurdo, tampoco. Unas elecciones no son un carnaval, ni una fiesta de disfraces, ni un show.

Y no deben de serlo, porque podría aparecer alguien, un día, que, siendo las elecciones un instrumento de fortalecimiento democrático del ciudadano, haga como Fidel Castro, quien cuando veía lo que eran las elecciones del sistema, exclamó alguna vez: ¡cosa más rara, chico! Entonces, cambió todas las reglas de juego y montó su propio escenario electoral, como sucedió en Cuba. Y aquí, no hay mucha gente que quiera que eso suceda.

Por absurdo que luzca el panorama electoral dominicano, estemos claros: todavía no ha llegado el tiempo en que las palomas sean las que les tiren a las escopetas; pero tampoco es el tiempo en que sea razonable que un conejo pueda llamar orejudo, u orejú, como se dice, a su amigo el burro. Ambos animales son orejudos, y las palomas, nunca podrán tirarles a las escopetas.

Vayamos todos a votar, tranquilitos y en paz, el domingo, día 5, bien tempranito, porque todo el que vota gana.

 

 

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