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martes, mayo 14, 2024

Diferencia en los delitos

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Cuando analizo el asesinato de Orlando Jorge Mera por parte de Miguel Cruz, sin mediar palabras y descargando el contenido de un revólver con tal saña que hizo disparos a distancia y quemarropa. Uno espera la máxima pena de acuerdo a la ley dominicana.

Cuando decidí, hace 40 años, estudiar Antropología en la Universidad Complutense de Madrid después de haber ejercido como economista especializado en Planificación, por la apreciación, que cada vez más le doy, a las contradicciones de la conducta humana.

Uno se pregunta, ¿por qué una persona en su sano juicio elige una larga prisión y arriesgar su vida por la razón que fuera, con al menos diez alternativas tan sencillas como discutir las diferencias, escribirlas, e incluso mentarle el coño de la madre de su amigo?

¿De qué sirve la religión del asesino que expresamente prohíbe, en uno de los Mandamientos, matar a otro ser humano y por qué va entregarle el revólver al representante de su dios?

Entonces me surge otra reflexión. Cuál es la pena correspondiente al que ordenó matar no una persona sino 4,500 civiles, destruir sus hogares, incendiar sus hospitales, bombardear las salas de maternidad, violando las fronteras aceptadas por las Naciones Unidas institución de la cual es miembro nada menos que del Consejo de Seguridad y ese señor no solo no está en prisión, sino que tiene defensores en este propio medio de prensa.

Nosotros nos hemos auto clasificado de Sapiens (sabios)entre los primates. Ninguno de los demás primates mata por placer o para alimentarse.

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